La participación ciudadana tiene que espabilarse porque el involucramiento es urgente

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La participación ciudadana tiene que espabilarse porque el involucramiento es urgente

Comenzaron las campañas en Coahuila y como se esperaban: desabridas, desangeladas, insulsas, más de lo mismo; una copia de cualquier elección, aburridas, sin creatividad, sin esmero. Nada hay que atraiga la mirada de la gente.

Y del otro lado, del lado que le toca a la ciudadanía, desafortunadamente lo mismo: no hay exigencia, no hay debate, sólo hay quejas virtuales, no hay participación, no hay activismo, no hay interés por informarse, se desacreditan o aplauden perfiles sin ninguna reflexión.

La participación ciudadana ha quedado históricamente a deber en el estado. Existe poco involucramiento de la sociedad. Hay una apatía general en la vida política. Un ejemplo es quizá el hecho de que para esta elección únicamente hay registro de dos candidaturas ciudadanas, cuyos nombres vale la pena mencionar: Masías Menera Sierra y Héctor Manuel Garza Martínez. El primero, candidato del Distrito 02 en Piedras Negras y el segundo, candidato del quinto distrito en Monclova. Por cierto, el candidato Manuel Garza Martínez ganó una impugnación al Instituto Electoral de Coahuila, instancia que le había rechazado el registro por falta de firmas. El hecho por sí sólo representa un triunfo de lo que debe ser la participación ciudadana.

Cierto. Históricamente a la gente se le inculcó que la democracia empezaba y terminaba el día de la votación. Ha sido muy complicado desterrar ese pensamiento de la idiosincrasia democrática del País. Y para ello ha existido toda una maquinaria de propaganda, distracción y adoctrinamiento.

También es cierto que existen intereses para que no brote la participación, para que todo siga igual: opaco, oscuro, sin aspavientos; para que, lo que llamó Walter Lippmann como el “rebaño desconcertado”, se mantenga como mero espectador en vez de miembros participantes de forma activa.

Pero estoy convencido que ese rebaño necesita espabilarse. ¿Dónde están los jóvenes, por ejemplo? ¿Dónde está la iniciativa privada exigiendo más allá de sus intereses? ¿Dónde está la academia reflexionando? ¿Dónde están las organizaciones civiles creando participación?

Si acudimos a la famosa frase que se le atribuye a Winston Churchill, “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, los coahuilenses debemos ser corresponsables de tener gobernantes desastrosos, corruptos y dañinos. No hay que olvidar que un Congreso, es decir, diputados como los que ahora piden el voto, legitimaron una deuda eterna. Hay que recordar, dicho sea de paso, que el candidato Shamir Fernández del PRI fue uno de los que votaron por hacer legal lo ilegal y ahora, nuevamente, busca un lugar en el Congreso.

En Coahuila hay candidatos de 11 partidos distintos y los dos candidatos independientes ya mencionados. De su parte, si realmente buscaran enriquecer una democracia, dejarían a un lado los lugares comunes como desayunar gorditas y tomarse fotografías, comer en el mercado y cenar en la casa de algún habitante de un barrio. Dejarían de bailar cumbias y tomarse fotos con ancianas o grupos vulnerables. Habría diálogo, debate, discusión. Habría una riqueza democrática encaminada en el bien de la gente y no de sus intereses político-personales.

Sin embargo, es una fórmula que persiste porque lo permitimos. Por ello es necesario exigir también nuevas formas de hacer política. No basta con criticar desde el sofá o desde la red social al partido X que postuló a la o el candidato Y. El involucramiento es urgente.

AL TIRO

Hace un tiempo le escuché decir a un candidato algo que deberíamos tomar en cuenta: si no te gusta meterte en la política, la política sí se mete contigo. Y claro, pues la falta de agua, drenaje, alumbrado, condiciones de seguridad, desarrollo económico, tiene forzosamente un vínculo con el quehacer político.

Tenemos que ser corresponsables. Lo que tenemos políticamente es lo que hemos permitido: refrito de candidatos, campañas pordioseras, derroche estéril de recursos, nuevos partidos que sólo buscan hacer negocio y en general una democracia malentendida. ¿Hasta cuándo nos espabilaremos?