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La pareja presidencial. El rol de Beatriz Gutiérrez Müller
Desde el inicio del sexenio de López Obrador nos había quedado a todos muy claro que Beatriz Gutiérrez Müller sería una Primera Dama muy diferente. En lo personal estaba emocionada y con altas expectativas por tener, por primera vez, una pareja presidencial pública, en el entendido que la esposa del Presidente tiene voz propia y convicciones, y además está preparada académicamente en ciencia sociales.
Todo comenzó cuando no quiso utilizar el título de Primera Dama, ni ser Presidenta Honoraria del DIF. Hago un paréntesis en términos del DIF, puesto que existe una razón hasta diplomática que la pareja del Presidente esté encargada del DIF, por el enorme poder que puede llegar a tener en la gestión de donaciones, nacionales y/o internacionales para los más vulnerables: niñas y niños de casas hogares, enfermos o escuelas. El trabajo del DIF es sumamente importante –si se hace bien– en términos de política social.
Sin embargo, coincido con Beatriz Gutiérrez Müller sobre que se ha demeritado el papel de la mujer como “la esposa” del Presidente; si el dejar el DIF y el título era su forma de protestar, le concedía el beneficio de la duda.
Por otro lado, existen muchos ejemplos alrededor del mundo de parejas presidenciales que han hecho un enorme trabajo. Como fue la esposa de Theodore Roosevelt, en Estados Unidos, a quien le tocó vivir la crisis de 1929; Eleonor, conocida por su enorme influencia en la política social en esa época. También podemos hablar de Hillary Clinton o Michelle Obama, quienes nos han dado grandes lecciones de política pública y de liderazgo femenino, aunque estemos o no de acuerdo con sus decisiones. Otro ejemplo es Evita Perón en Argentina, donde no se pudiera entender la historia política contemporánea de ese país sin sus acciones.
Y más actuales: el esposo de la Primera Ministra de Noruega nos está enseñando que no es un rol que depende del género, sino de sensibilidad y empatía con las y los ciudadanos.
Si bien México no se ha caracterizado por tener Primeras Damas con un gran espacios político para la acción, algunas por ser demasiado discretas, otras por tener demasiados reflectores. A ninguna, hasta el momento, se le ha conocido por acciones contundentes que le permitan construir un legado en términos de política pública en nuestro País.
En este orden de ideas, el tweet de la semana –otra vez– tiene que ver con ella, con Beatriz Gutiérrez Müller. En lo que se supone sería el tweet de celebración del triunfo del 1 de julio de 2018 de Morena y López Obrador, un padre de familia le solicitó una audiencia para ayudarlos con el tema (ya conocido en los últimos meses) de los medicamentos que necesitan las niñas y los niños con cáncer; a la cual contestó: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”.
Lamento informarle, señora Gutiérrez Müller, que usted sí les puede ayudar y probablemente mucho más que cualquier doctor. El poder político que tiene es tan grande e importante que puede ser el factor de cambio en muchas de las problemáticas que tiene hoy México.
Y no, señora Gutiérrez Müller, no puede estar ajena a las acciones que haga o deje de hacer su esposo, el presidente López Obrador. Cuando una persona decide contender por un cargo público, no lo hace solo esa persona, toda la familia se pone en el ojo de la opinión pública y una vez que las y los ciudadanos le dan la confianza del voto, la responsabilidad no es menor. Asuma su rol, México lo necesita, y se lo está pidiendo a gritos.
Todo esto sin hablar de la ausencia de sensibilidad de un tema que nos duele a todos: la falta de medicamentos de las niñas y niños con cáncer. En otras palabras, Dra. Gutiérrez Müller, sí, usted sí puede ayudar a esos niños. La pregunta es: ¿quiere usted ayudarlos?