La Paradoja de la Elección

Usted está aquí

La Paradoja de la Elección

Mi nombre es Enrique y soy indeciso patológico.

El nombre clínico para esta condición sería abulomanía, y se manifiesta en una constante parálisis por indecisión.

Me veo mayormente afectado por las noches, cuando me enfrento al terrible dilema de escoger, de entre todas las opciones que las plataformas de streaming ofrecen, algo para ver en la pantalla.

Si dedico, digamos, mis tres últimas horas de vigilia al entretenimiento, no es raro que malgaste dos de éstas repasando títulos, leyendo reseñas, evaluando repartos, viendo tráileres, revisando cuántas estrellas le ha dado el público o la crítica a una película… Pero lo que estoy haciendo sobre todo -y más difícil de entender resulta- es tratando de imaginar cómo me hará sentir cada alternativa sopesada: ¿Una peli clase B? ¿Una cinta clásica mexicana? ¿Algo del expresionismo alemán? ¿Qué tal una de Woody Allen? ¿Algo que nunca haya visto, o una que ya vi decenas de veces?

Pero no crea que estoy del todo absorto en mis ponderaciones. Soy perfectamente consciente de que los minutos pasan, la noche se consume y cada vez dispongo de menos tiempo efectivo para ver algo… lo que sea. 

En un buen día, en cuarenta minutos he podido resolver que ver. Pero una mala noche se va completa en este bucle contemplativo de incertidumbre.

Otras veces, al final de este angustioso periplo mental, sólo me alcanza para ver un episodio de “Monty Python’s Flying Circus” o de la “Dimensión Desconocida”  (ah porque, no sé si le dije, yo me quedé a vivir en el siglo 20).

En honor a la verdad, sí añoro la época en que éramos rehenes pasivos de la televisión; es decir, por muchos canales que tuviésemos, alguien escogía por nosotros lo que se transmitía. Con el cable, la oferta llegaba a ser amplia pero aun así limitada. Hoy en cambio es muy distinto, Netflix, Amazon Prime, Disney Plus, ClaroVideo, y las que estén todavía por llegar, hacen un infierno el rato que gente como yo buscábamos dedicar al esparcimiento.

Es exasperante, sí. Llega a ser atroz, también. Afortunadamente casi nunca arrastro a nadie conmigo a esta pesadilla demencial. 

“Parálisis de la Decisión” es un término propuesto por el psicólogo Barry Schwartz, quien observó un extraño y paradójico fenómeno: Que los humanos estamos menos satisfechos con nuestras decisiones mientras más alternativas tenemos (paradoja de la elección). No sólo eso, sino que lejos de hacernos felices, la abundancia de opciones sólo contribuye a elevar nuestros niveles de ansiedad. Como el mismo Schwartz explica, tener demasiadas opciones aumenta la carga cognitiva con la que debemos lidiar. 

Si se siente identificado con algo de lo que aquí se ha descrito, pues bienvenido a mi mundo.

Pensando en nosotros, la plataforma líder, Netflix, ha incorporado una nueva función que pretende ahorrarnos todo este innecesario sufrimiento.

Activando la función “Reproducir algo”, delegamos a la plataforma la importantísima decisión sobre que ver. Ésta decisión, por supuesto, se basará en el resultado de un algoritmo que tomará en cuenta nuestras búsquedas, reproducciones y evaluaciones previas. No podía ser de otra manera, pues para algo aleatorio, ¡mejor no, gracias! ¡Imagínense!: “Reproduciendo ahora... ‘Pepito y Chabelo Detectives’”, (aunque -¡hey!-, no suena como mala opción para hoy en la noche).

Yo, que a todo le pongo empachos, no dejo de preocuparme por este tipo de incorporaciones a nuestro diario vivir. Digo, entiendo perfectamente que las máquinas y la tecnología en general se desarrollan con el único objetivo de ahorrarnos trabajo enfadoso. Trabajo, sí, pero la toma de decisiones -¡caray!-, si de por sí somos indolentes y mentalmente perezosos, cada vez más apáticos e indiferentes, me aterra lo que podrían llegar a decidir por nosotros los dichosos algoritmos.

Ahora que si ya le vamos a entrar a esto, pues que sea con todo de una vez. ¿Qué tal una aplicación que nos diga por quién votar?

Lo digo en serio. La boleta no sólo está cargada de opciones, sino que todas, todas, todas apestan por igual. Pero dado que insisten en que votar es importante y todo eso, pues quizás podríamos echar mano de un poco de ayuda de la inteligencia artificial.

Imagino que para funcionar, esta aplicación se basaría en lo que publicamos en redes sociales, en los contenidos a los que mejor respondemos, nuestros sufragios emitidos con anterioridad, nuestro nivel actual de satisfacción, etcétera.

Así, luego de procesar, nos diría algo como: “Basado en tu perfil, situación actual y lo que nuestra base de datos arroja, tú debes votar por... el PT”. 

Esto, desde luego, no sería garantía de absolutamente nada, sólo la tranquilidad de que no nos sentiríamos tan miserablemente pendejos, sabiendo que una inteligencia computarizada votó por nosotros.

Hoy como nunca, cuando nos debatimos entre votar por quienes nos pusieron reiteradas madrizas en el pasado, o los que nos están colocando la chinga actual, agradeceríamos mucho cualquier apoyo para no quedarnos atrapados en un bucle de indecisión.

Así que, amigos desarrolladores de ‘apps’, tomen nota, no me lo agradezcan -aunque tampoco me enojo si me dan una participación- y pónganse a trabajar.

Sé que mucha gente está esperando con apremio esta innovación. Pero por favor, que esté lista antes del 6 de junio.