La nueva moral republicana
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La nueva moral republicana
Alfonso Reyes hijo escogió el camino de las armas del intelecto para producir narrativa, ensayo, poesía y filosofía al mismo tiempo, dejando un legado invaluable a la cultura mexicana y su definición, de la que referiré una obra excepcional y lejana, en estos tiempos de la transición sin ideología definida y arrojo sin brújula.
Anunciada como guía de actuación de lo que se ha dado en llamar la cuarta transformación de Mexico, desde los tiempos del “cultivo”, al decir yucateco, “La Cartilla Moral”, de don Alfonso, será la referencia de la convivencia de los ciudadanos y su Gobierno en los próximos seis años si algo deja la pandilla atracomulquense, moreiriana, saliniana y especímenes afines de aquí al 1 de diciembre.
Publicada en 1944, a instancias de Jaime Torres Bodet, el ensayo es una referencia clara a una guía caballeresca que combina las ideas clásicas, en un ambiente que estaba viviendo la sociedad de la época con la llegada de la nueva generación de políticos “trajeados” y de una colectividad que se estaba teniendo acceso a bienes de consumo, desterrando las antiguas costumbres y “valores” de su esencia.
“La Cartilla Moral” fue la base de una educacion cívica enfocada a la recuperación de la sociedad como elemento de una ecuación, en la que el trinomio individuo, sociedad y Gobierno se conjugaban para lograr el bien común.
“El hombre es superior al animal porque tiene conciencia del bien. El bien no debe confundirse con nuestro gusto o nuestro provecho. Al bien debemos sacrificarlo todo.
“Si los hombres no fuéramos capaces del bien, no habría persona humana ni familia ni patria ni sociedad. El bien es el conjunto de nuestros deberes morales. Estos deberes obligan a todos los hombres de todos los pueblos. La desobediencia a estos deberes es el mal. El mal lleva su castigo en la propia vergüenza y en la desestimación de nuestros semejantes. El bien nos obliga a obrar con rectitud, a decir la verdad, a conducirnos con buena intención. Pero también nos obliga a ser aseados y decorosos, corteses y benévolos, laboriosos y cumplidos en el trabajo, respetuosos con el prójimo, solícitos en la ayuda que podemos dar. El bien nos obliga asimismo a ser discretos, cultos y educados en lo posible”.
Reyes considera al bien como un decreto en el que fuera de este el ser humano no podrá ser feliz.
Asimismo establece un código moral basado en los “respetos”: “Primero, el respeto a nuestra persona, en cuerpo y alma. El respeto a nuestro cuerpo nos enseña a ser limpios y moderados en los apetitos naturales. Segundo, el respeto a la familia. Este respeto va del hijo al padre y del menor al mayor.
“Tercero, el respeto a la sociedad humana en general, y a la sociedad particular en que nos toca vivir. Esto supone desde luego la obediencia a las costumbres consideradas como más necesarias. Cuarto, el respeto a la patria. Para esto, hay que luchar contra los pueblos imperialistas y conquistadores hasta vencerlos para siempre. Quinto, el respeto a la especie humana. Cada persona es como nosotros. No hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan. La más alta manifestación del hombre es su trabajo.
Debemos respetar los productos del trabajo. Sexto, el respeto a la naturaleza que nos rodea. Las cosas inanimadas, las plantas y los animales merecen nuestra atención inteligente. La tierra y cuanto hay en ella forman la casa del hombre. El cielo, sus nubes y sus estrellas forman nuestro techo”.
La otrora llamada Republica de la Esperanza pudiera convertirse en el país de la felicidad a la que aspiramos independientemente del color de nuestras decisiones, ya no ideologías, políticas y morales, o la más cruel de las dictaduras populares basadas en las ganas de tener como un acto de justicia.
El nuevo Gobierno plantea un esquema más difícil que el combate a la corrupción o la lucha contra el crimen organizado, que es un cambio en la cultura, en los siglos de ser y dar de una manera.
Al correr de la pluma