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La necesidad de la cuota de género
Que no digan que no hay, que no digan que no están, que no digan que no pueden o que no deberían, solo es cuestión de extender la mirada y la mano y encontrarán a las creadoras que están haciendo las cosas diferentes.
La semana pasada el colectivo RUMA: Arte y comunidad inauguró en el marco de sus jornadas culturales contra la violencia de género la exposición “509,491+” en la galería de la Academia Interamericana de Derechos Humanos. 29 artistas reunidas con la intención de propiciar diálogos y reflexiones en torno a temas no solo de violencia, sino también de nuevas masculinidades, así como de sororidad, resiliencia y sanación.
Las obras fueron creadas ex profeso para la muestra con la guía de la dra. Ana Isabel Pérez-Gavilán, basadas en los ya mencionados ejes temáticos pero desarrolladas desde la práctica individual de cada una de las artistas y siempre con la retroalimentación y la colaboración de todas las involucradas.
El resultado es, además de una muestra del trabajo que las mujeres artistas de la región pueden hacer, un vistazo a su perspectiva y una oportunidad para que su voz sea escuchada como en pocas ocasiones pueden hacerlo.
Porque pareciera que no, que ya se logró la igualdad, que hombres y mujeres tenemos las mismas oportunidades. Ellas votan, nosotros (a veces) hacemos las tareas del hogar y cuidamos a los niños, ellas pueden salir a trabajar, estudiar, hacer carrera, nosotros dedicarnos al ballet. Pero la realidad es que aún falta mucho camino por recorrer y una de las estrategias que en años recientes ha comenzado a implementarse para estimular la presencia femenina en todos los ámbitos es la llamada cuota de género.
A nivel superficial y en su práctica, al no ser comprendido, parece un ejercicio donde se fuerza la participación de mujeres en alguna actividad con tal de ser “políticamente correctos”, independientemente de si ellas son las “más aptas” o “calificadas”, como suele ser el argumento, pero su intención no es más que la de comenzar a abrir las puertas que por tanto tiempo estuvieron cerradas y que impidieron el reconocimiento de figuras como las compositoras Clara Schumann y Florence Price, o que relegaron a un segundo plano, casi como si se tratara de un pasatiempo, al trabajo pictórico serio de artistas como Hilma af Klint, Artemisia Gentileschi o Élisabeth Vigée Le Brun, cuyos nombres rara vez aparecen en los libros de historia del arte, mientras que los de sus pares masculinos, de igual valor artístico (o menor), nunca han dejado de estar.
Tal vez de momento sí tendremos que forzarnos, esforzarnos, en ver más allá de lo habitual pues el sistema actual solo ha permitido que destaquen unas cuantas creadoras, por lo que cuando intentamos recordar quienes representan a las mujeres en la comunidad artística son un par de nombres los que nos vienen a la memoria y esta exposición ya demostró que hay muchas más que eso.
No se trata de darles un lugar solo por ser mujeres, pero sí de no ignorarlas por serlo. Ellas están, ellas son y son muchas. Las 29 participantes de “509,491+” son solo una pequeña muestra del talento que existe tan solo en la región y hay que ponerles atención, hay que hablar sobre ellas, escribir sobre ellas, criticar su trabajo, no importa si es bueno o malo, todo aporta; a final de cuentas nunca hemos dejado de exponer el trabajo de un hombre por ser malo o mediocre, por el contrario, amamos dedicarle nuestra crítica, pero a veces las mujeres ni esa clase de atención reciben.
Así que vamos a ver esta exposición, vamos a ver lo que están haciendo Talía Barredo, Ana Carral, Sofía Ruiz, Mayanin Ochoa, Mayra Milano, Lydia Rivera, Dolores Garza, Rosy Ayala, Adriana Villalpando, Ileana Corpi, Gloria Aguillón, Celia Espinosa, Jeisel Hernández, Cristina Rank, Natalia Blanco, Úrsula López, Florina Medina, María Esther González, Teresa Villarreal, Sofía Guerra, Laila Castillo, Ana Gómez, Daniela Elidett, María José Rodríguez, Lilette Jamieson, Mercedes Aqui, Claudia Luna, Ivonne Orozco, Nicté Ruiz, vamos a conocer nuevos nombres, vamos a conocer otras propuestas y de paso reflexionamos sobre los importantes mensajes que nos quieren compartir. Tal vez se sorprendan con lo que encuentren, yo lo hice.