Usted está aquí
La necesidad de enfrentar y no politizar la pandemia
Si el confinamiento ha puesto a prueba a todos en todas partes del mundo, a México lo colocaron en unas fechas de gran impacto: la del Día del Niño y la del Día de la Madre.
El que de pronto se anunciara que habrían de suspenderse las actividades laborales, económicas y escolares tomó desprevenida a la gente. Comenzó a darse información relativa a la necesidad de hacerlo y con ello la manera en que habrían de desarrollarse desde casa las habituales actividades de oficinas y escuelas, y cómo habrían de suspenderse otras.
Las primeras dos semanas, antes de la Semana Santa y la Semana de Pascua, fueron el principio de un entrenamiento. También, a vapor se instrumentó la forma de, desde casa, acondicionar lo que pudiese ser acondicionable.
Un escollo importante que se tuvo que enfrentar fue el de la disponibilidad de equipos y de acceso a la red, para poder cumplir con todas las obligaciones inherentes a lo que habitualmente se hacía en una normalidad que no volveremos a tener en mucho tiempo.
Algunos lo lograron en un periodo de tiempo que les llevaría días, a otros, semanas. Muchos más, sin embargo, continúan enfrentando problemas en uno y otro sentido: en disponer de los equipos y en el acceso a internet.
Pero si esto fue un problema, de dimensiones trágicas es el que enfrentó y enfrentan miles de familias mexicanas con respecto a su trabajo y a la necesidad de hacer algo para poder llevar alimento a los hogares. ¿Cómo hacer posible mantener resguardada a una población donde la mitad de los habitantes vive en la pobreza y a miles y miles que dependen de la economía informal?
Estos retos son los que atravesamos en nuestro País con grandes diferencias con respecto a los del primer mundo. Por más que estuviésemos convencidos de la necesidad de permanecer en casa, el ahogo económico lo impedía y, lamentablemente, lo sigue impidiendo.
Dos fechas que, decíamos, pusieron a prueba el confinamiento, fueron la del Día del Niño y la del Día de la Madre. Para muchos, hayan estado o no dentro de casa durante semanas, estos dos días en que se acostumbra como tradición disponer de gran festejo, se antojaba punto menos que imprescindible para muchos salir a las calles.
Muchas informaciones posteriores al Día del Niño sugirieron que las salidas a propósito de esa fecha dejaron por resultado el contagio de infantes.
No es fácil pontificar sobre la manera en que los mexicanos estamos enfrentando el día a día de la pandemia, pues son muchos los motivos que a algunos obliga a salir. Numerosas las necesidades.
Conocemos poco de esta emergente enfermedad, pero al menos en una cosa se está de acuerdo: hay medidas básicas que tendremos que adoptar al regreso a las actividades para protegernos hasta donde sea posible. No es el regreso a una normalidad como la que conocíamos antes. Es la vuelta al mundo en el que necesitamos trabajar todos para reactivarlo lo más inmediata posible y lo más solidario posible también.
Entender que el cuidarnos es cuidar. Aquí ya no vale aquello de yo soy yo y nada más yo. La importancia de comprender que somos los otros (y los otros somos nosotros) hará crear una nueva dinámica de ética social.
En los últimos días el tema del manejo de la enfermedad comenzó a adquirir tonalidades más políticas que de costumbre. Ojalá y el ciudadano común separe el grano de la paja para distinguir la importancia entre uno y otro enfoque. Pues el enfrentamiento a una enfermedad como la que tenemos hoy ante nosotros, habrá de requerir de inteligencia y sensibilidad por parte de cada miembro de la sociedad. Politizar estérilmente la pandemia en lugar de entender que ya está aquí y hay que luchar contra ella, degeneraría en una debilidad que no necesitamos en lo absoluto.