Geroca lo hizo de nuevo. Su satírica e irreverente visión de la sociedad quedó plasmada en la serie “La nave de los locos” en la que continúa retratando el lado popular de la vida urbana, a través de sus cantinas y bares, plazas y callejones, con una paleta colorida y un estilo cimentado y particular.
Inaugurada el pasado sábado 1 de diciembre en la Taberna el Cerdo de Babel —lugar que desde hace años es hogar de sus exposiciones anuales—, la exhibición cuenta con las tres principales aproximaciones de este autor a la pintura: escenas de interiores, escenas de exteriores, y paisajes y retratos, tanto propios como de ajenos.
Las primeras engloban pequeños mundos dentro de los bares, cantinas y restaurantes que Gerardo Rodríguez Canales frecuenta, con uno, dos o tres personajes máximo, inmersos en actividades personales, desde las más banales hasta las más vulgares, ajenos a la mirada siempre atenta del artista.
Estas obras destacan por las pequeñas historias que narran, cuentos de amor y de soledad, desarrollados entre mesas y sillas de plástico, bajo luces débiles y acompañados por una botella de alcohol o coca-cola y con una música que ni se escucha ni se ve pero que se puede llegar a percibir.