La naturaleza tiene memoria (2)

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La naturaleza tiene memoria (2)

El espacio urbano es un claro ejemplo de la superposición del sistema natural y el sistema humano. Este último, en su proceso de expansión, altera la dinámica del primero y produce importantes modificaciones en el funcionamiento hidrológico. La principal característica de la urbanización es la impermeabilización del suelo a través de la pavimentación y de las construcciones, lo que da lugar a una reducción de la infiltración y a la aceleración de la escorrentía; además los cambios en la topografía implican modificaciones en el direccionamiento del escurrimiento. Entre los efectos que genera la urbanización en relación con las aguas de lluvia se destacan: el incremento del volumen y la velocidad de la escorrentía, así como el aumento de los caudales máximos a evacuar debido a la impermeabilización del suelo.

Los recientes percances que tuvimos en Saltillo y otras ciudades del País, como Monterrey y Reynosa, con el paso del huracán Hanna, deben ser motivo para que los ciudadanos empecemos a preocuparnos y a hacer oír nuestras inquietudes y quejas, junto con las Cámaras empresariales, las universidades, los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil a través de una Contraloría Ciudadana, que podría aportar elementos para un plan de contingencia a largo plazo para la gestión del agua de lluvia y dar seguimiento a las acciones que realicen los tres niveles de gobierno (Comisión Nacional del Agua, Comisión Estatal de Agua y Saneamiento y las Direcciones de Desarrollo Urbano y de Servicios Primarios del Municipio). Experiencias como la que tuvimos la semana pasada ha habido muchas en el pasado, por lo que existe suficiente información para determinar el curso que siguen las aguas en el valle de Saltillo cuando hay una precipitación fuerte, aunque los fraccionadores que operan en el norte de la ciudad siguen cometiendo errores que afectan a sus mismos clientes.

En lo que concierne a este tema, nos preguntamos si: ¿Existen reglamentos adecuados y suficientes? ¿A quién corresponde aplicarlos? Si no existen ¿Qué hace falta para elaborarlos? ¿Para qué ha servido el Implan (Instituto Municipal de Planeación)?

Hay que recordar que Saltillo se fundó sobre un territorio atravesado por pequeños y grandes arroyos. La zona urbana creció inicialmente hacia el sur del valle, de donde descendían varios cientos de manantiales (más de 600) que le daban vida. Al paso del tiempo, el desarrollo de la ciudad tuvo lugar principalmente hacia el norte, donde se ubica la parte más baja del Valle.

De las cuencas originales en el área de Saltillo, muy poco se puede reconocer en la actualidad: algunos arroyos han sido entubados para dar paso al desarrollo urbano, y otros han sido simplemente tapados con tierra y pavimento, modificando su curso original, ganando espacio para calles y edificaciones, pero desgraciadamente poniendo en riesgo a quienes habitan o van a habitar las casas construidas en las zonas que antes permitían el desalojo de las aguas de lluvia.

Hay varios factores que explican el gran riesgo de inundaciones que tiene nuestra ciudad y los daños que ocasionan las corrientes de agua con grandes volúmenes y velocidad. Por ejemplo: la diferencia de nivel entre el sur y el norte de la ciudad de casi 500 metros de altura; gran parte del agua que antes se infiltraba al subsuelo ha dejado de hacerlo por la extensión del pavimento; la red de drenaje pluvial siempre ha sido insuficiente; en la parte baja del valle se han construido colonias que reciben las descargas acumuladas que vienen de la sierra de Zapalinamé y por el trazo de la carretera a Zacatecas; las bardas que rodean a muchas colonias residenciales son un obstáculo adicional para el flujo del agua. Hay que tener en cuenta que la naturaleza tiene memoria y el agua tiende a ocupar los espacios que fue perdiendo a manos del hombre.

Ante esta realidad, la única solución posible es prepararse para mitigar los efectos a mediano y largo plazo. Esto se puede hacer a través de medidas estructurales, como canales o túneles aliviadores que aumenten la capacidad de drenaje, o de medidas no estructurales como utilizar asfalto poroso (que facilita la infiltración, crear terrazas verdes y más parques y plazas, un manejo eficiente de los residuos (para evitar el taponamiento de redes de drenaje y arroyos), una mejor planificación urbana y un sistema de alerta hidrometeorológica temprana.

En muchos casos se comete el error de pretender detener el flujo de la naturaleza. ¿Pero quién tiene más la culpa de que esto suceda: las autoridades o los ciudadanos? Los primeros dan permiso de construir donde no se debe; los segundos, por ignorancia, negligencia o interés económico deciden construir en áreas susceptibles de ser ocupadas algún día por las corrientes de agua. Actualmente se pueden ver nuevos fraccionamientos en las faldas de Zapalinamé y abajo del Periférico Echeverría colindando con arroyos o sobre cauces de arroyos tapados.

En los últimos 20 años se han elaborado proyectos para el drenaje pluvial de la ciudad de Saltillo. Lamentablemente no se han podido llevar a cabo de manera integral. Siempre resulta que el dinero no lo recibe la autoridad, lo recibe demasiado tarde o no se completa y dejan las obras a medias.

Es necesario pensar en el desarrollo de la ciudad de Saltillo con una perspectiva de 50 años, de lo contrario seguirán dándole aspirinas a nuestra ciudad y a los ciudadanos.