La música del cuerpo
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La música del cuerpo
Por: Eduardo Ismael Dávalos*
YING-YANG
Los orientales hablan sobre el ying-yang, que es unidad. Los occidentales hablamos sobre el mal sin mencionar la bondad, de la mente olvidando que esta vive en el cuerpo, del gozo de vivir tratando de escapar al dolor, pero los orientales no hablan nunca del ying sin el yang. Esta unión y armonía de los contrarios permea su entendimiento con su mundo y su cuerpo, su cosmogonia. Para emular, no hablemos de la mente y el cuerpo. Sino de la mente-cuerpo, unidos, indivisibles.
Los orientales buscan la armonía de la mente dejando el cuerpo quieto, pero buscan la armonía del cuerpo moviéndose mientras la mente permanece inalterable. Esta es la primera de una serie de contradicciones, cercanas a una verdad oximorónica. Así: hay música en el silencio, delicia en lo insípido, fuerza en la suavidad, sabiduría en la ignorancia, iluminación en la satori (el proceso zen en el que el maestro contesta con incoherencias o hasta golpes a las rabiosas y desesperadas preguntas que el discípulo hace para conocer la verdad en lo irreal, la iluminación).
Según Borges, una de las explicaciones de la longevidad del budismo radica en lo tolerante de su doctrina. Le está permitido a un musulmán, a un cristiano (¿a un ateo?) ser budista. En cambio, ninguno de estos puede ser budista sin traicionar los dogmas de su propia religión. Sin embargo, los monjes shaolin de la China fueron una fuerza cuasi militar temida en su tiempo. El wushu, que actualmente se enseña en la china como deporte (consecuencia de la revolución cultural de Mao Tse-Tung), empezó siendo una serie de ejercicios ascéticos encaminados a mantener la correcta salud del cuerpo y defenderse de adversidades. Entonces podemos mencionar, por ejemplo, a Huo Yuanjia, héroe chino de quién se dice rechazó una invasión coreana usando el Mi-zong quan. Empero, la bikhuni (monje femenino) Jetsunma Tenzin Palmo sobrevivió un retiro de doce años en una cueva en aislamiento, en pleno siglo 20, usando el principio de la inmovilidad total, para después regresar al mundo exterior y dedicarse a la difusión de la doctrina y a luchar por la igualdad de oportunidades para las mujeres en los países orientales (sean o no budistas). Tal vez, para completar la idea de Borges, podamos pensar que la longevidad del budismo se deba también a ese principio de cambio y eterno movimiento.
El maestro indio (e hindú y también budista) de tai-chi Sandeep Desai explica este principio como una música en el cuerpo. Una música que sale de nosotros y sin sonar nos mueve. Esta contradicción hace que el cuerpo sane cuando lo forzamos hasta sus límites, y mantiene al kung fu vivo en dojos del Bronx y en Brooklyn en Estados Unidos, donde suena hip-hop y rap.
SHIFU SHI YAN MING
El monje Shi Yan Ming es una muestra de lo que puede llegar a ser el “sueño americano” y un perfecto exponente de lo perdurable de la cultura oriental. Este monje, que no fue el primero en enseñar el puño del shaolin en la ciudad de Nueva York, pero sí el maestro más reconocido con su dojo en el Lower East Side, encarna en sí mismo la serie de contradicciones propias de una cultura milenaria. Él enseña, a quien guste acercarse y sin discriminar, la música del cuerpo, así sea en silencio o al ritmo de beats de hip-hop.
La historia de Shifu Shi Yan-Ming es muy parecida a la de otros tantos artistas nacidos en países con regímenes que se llamaron comunistas. Yan-Ming formaba parte de un equipo enviado en 1992 por el Gobierno chino para mostrar la superioridad deportiva de las artes marciales a los occidentales. Pensemos que el mundo antes de 1988 vivía una pugna que parecía irresolvible. Músicos en conservatorios vivían jornadas extenuantes que hubieran agotado mentalmente al mejor de los deportistas para convertir a la música de Bach y Mozart en material de competición. Los deportistas llevaban a sus cuerpos al extremo para que las dos diferentes potencias mundiales compitieran en el medallero. El viaje del equipo de Shi Yan Ming a la ciudad de Nueva York en 1992 servía al doble propósito de acercar fraternalemente a dos potencias otrora opuestas, mientras seguían compitiendo. Sobran las historias de músicos rusos o chinos que decidieron escapar para tocar en orquestas sinfónicas de occidente. Para Yan-Ming, exiliarse fue tan sencillo como salir del hotel a escondidas y, por no hablar una palabra de inglés, que el chofer fuera a dejarlo al barrio chino.
La escuela de Shifu Yan-Ming creció a un ritmo impresionante, aceptando alumnos de todos los estratos sociales. Además de jóvenes y personas de clase trabajadora, ha atraído a un sinnúmero de personalidades entre los ricos y famosos de Nueva York en los que Shifu también inculca el camino de la zen. Entre ellos están personalidades como Meg Ryan, Chris Rock, Morgan Freeman, Beck. El director de cine Jim Jarmusch, quien es su estudiante, se expresa así de Shifu:
“La filosofía oriental cultiva las contradicciones, y te enseña que en la vida no puedes tener una cosa sin la otra, hay que aceptar eso. Shifu recorre ese camino... Él vive así”.
No es de sorprender que varios de los más apreciados y cercanos alumnos de shifu sean artistas de hip-hop. En el hip-hop se expresan algunas contradicciones: empezar desde abajo y llegar a lo más alto, buscar la paz en terrenos llenos de violencia, sentirse vivo después de haber estado al borde de morir, la belleza de lo grotesco... Se dice que Shifu gusta de pasar noches sin dormir bebiendo lo que él llama “agua divertida” en el estudio de la Wu-Tang junto con sus amigos mientras escuchan los últimos beats que incendiarán las calles de los ghettos. Una lección de tolerancia, de movimiento de resistencia...
RESISTIR
Hemos hablado de la música del cuerpo como un silencio. Pero, en las selvas del amazonas hace cientos de años, se estaba fraguando una música del cuerpo, una danza, un arte marcial y un sincretismo a la usanza de las artes orientales, que baila con la música exterior. En este caso, una combinación indivisible.
Si los orientales buscaron iluminación a través de la sintonía cuerpo y mente, es lógico que los pueblos americanos antes de la conquista también la buscaran.
Después de todo, sendos pueblos vivían la armonía como un entendimiento del yo con el propio cuerpo y la naturaleza. Los orientales dejaban al júbilo interno de sus mentes salir al mundo en forma de un estallido silencioso, pero en la tradición prehispanoamericana este estallido es ruidoso. En los rituales de santería cubana se baila freneticamente, los indígenas mexicanos dedicaban a sus dioses la flor y el canto. En la selva del amazonas, surge algo comparable al puño shaolin, pero diferente porque al tiempo es danza, es percusión, es canto.
La roda de capoeira es una fiesta que puede compararse a la santería cubana o a la satori, en cuanto a experiencia mística. Sin embargo, es también una danza, un juego y, si es necesario, un arma. Los capoeiristas bailan alrededor de un círculo y entonan cantos al ritmo que les dicta su maestro por medio del berimbao, un instrumento de percusión hecho de un alambre y un palo de pernambuco. Los cantos: alabanzas al río amazonas y a la tierra que alimenta, memorias de mestres ilustres o cantos de batalla “zum, zum, zum capoeira mata um...”.
La capoeira, a diferencia de las artes orientales, no se registró en documentos con textos y dibujos ilustrativos, sino que, a la usanza de leyendas y lenguas indígenas que hoy peligran, se transmite de persona a persona por la vía oral, por ser un arte del cuerpo esto significa imitación.
Para jogar la capoeira hace falta tener una resistencia física y una destreza mental impresionantes. Por peligroso, el entonces incipiente arte de la capoeira fue perseguido desde que los indígenas brasileños fueron colonizados. Cuando, en 1888, la esclavitud fue abolida en el Brasil, los capoeristas ya eran marginales.
En el Brasil independiente y libre, a causa de bandas que usaron el arte para robar y asesinar, estos artistas del cuerpo fueron perseguidos de nuevo hasta que practicar la capoeira significó el calabozo, 300 azotes o ser deportado. El maestre Manuel dos Reis Machado, “Bimba”, fue el primero que tuvo la osadía de abrir una escuela de capoeira limpia, mientras este arte se cubría en la clandestinidad. Gracias a su resistencia, comparable a la del físico de los capoeiristas y a la de la cultura de Latinoamérica frente a las visiones europeizantes, la capoeira fue legal en el Brasil a partir de 1937. Actualmente es un deporte olímpico.
*Músico
(Zacatecas, 1988) Ha sido músico de jazz y gusta de la literatura. Sus textos se han publicado en suplementos culturales y fanzines de su natal Zacatecas.