La muerte de la Televisión

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La muerte de la Televisión

“Han cambiado tanto las cosas que ahora las personas deciden el momento exacto en que desean ser informados, divertirse, opinar, interactuar y hasta ¡tener ciber sexo!”

1.- Aquellos que son menores de 25 años de edad, seguramente no tienen idea de lo que hablaré. Pero a todos aquellos mayores de 30 es probable que haya que refrescarles la memoria, aunque sí hayan vivido en carne propia los cambios tan trascendentales ocurridos al modo en que consumimos entretenimiento. En el siglo pasado, cuando La Televisión reinaba como la monarca absoluta en los hogares del mundo entero como la ventana por excelencia a la diversión y a la información, no había otra opción: el espectador tenía que planear su vida entera para ajustarse a los horarios que la tirana determinaba para sus transmisiones.

2.- Si queríamos enterarnos de las noticias ocurridas a lo largo del día, todos encendíamos a la misma hora el noticiero nocturno. O si habíamos seguido capítulo a capítulo la telenovela de moda, teníamos que cancelar todos los compromisos del viernes por la noche para no perdernos el emocionante final que daba cierre a tantos meses de emociones desbordadas. La inauguración de los Juegos Olímpicos o del Mundial de Futbol. La ceremonia de entrega de los Premios Óscar. Miss Universo. Eran eventos que se transmitían en un momento determinado con meses de anticipación y una fuerte campaña de promoción.

3.- Esos tiempos en que La Televisión era la dueña y señora de nuestras agendas empezaron a cambiar, poco y con lentitud, cuando llegó un invento que en su momento se antojaba increíble: las videocaseteras. Las personas podrían grabar el final de Cuna de Lobos o de otro programa indispensable y verlo más tarde. O cuantas veces les diera la gana. ¡Era el primer instante en que el espectador empezaba a tener un poco de poder sobre su Majestad La Televisión! De la mano de ese gran invento llegó el rotundo éxito de los negocios de renta de video. Aquellos palacios de cultura pop llenos de videocasetes, primero Beta y después VHS, definieron el entretenimiento de toda una generación.

4.- Pero la tecnología avanzaba a pasos agigantados y los nuevos inventos llegaban tan rápido que no habíamos tenido el tiempo suficiente de despedirnos de la tecnología anterior. Así fue como conocimos al DVD y más adelante al Blue Ray que trajeron con ellos la hora de tirar los videocasetes o mandarlos a un museo. Los reproductores de esos pequeños discos plateados se hicieron tan compactos y prácticos que llegaron a existir pequeñas pantallas a las que se les insertaba uno de ellos para poder ver una película entera (con todo y comentrarios y escenas extra) en lugares tan diversos como un autobús o la tina de baño.

5.- Justo cuando pensábamos que no podíamos llegar más allá, hizo su aparición el omnipresente Internet. La Televisión, que para esos momentos había aldelgazado muchísimo conviertiéndose en una estilizada pantalla pegada a la pared como si fuera una pintura al óleo, no tuvo otra alternativa que entregar su corona al joven y poderoso Internet y ponerse a su servicio: ahora era una simple reproductora de lo que el nuevo amo ordenara transmitir. Conectadas a la red, las pantallas inteligentes podían reproducir la señal que los canales de televisión transmitieran pero muy pocas lo hacían. Las nuevas generaciones de consumidores conectaron sus pantallas a Internet y La Televisión, ahora sumisa esclava, perdía su reinado y hasta su nombre.

6.- Han cambiado tanto las cosas que ahora las personas deciden el momento exacto en que desean ser informados, divertirse, opinar, interactuar y hasta ¡tener ciber sexo! Los sistemas de transmisión por demanda conocidos en inglés como “streaming” llevan a las personas la película, programa, serie de televisión, documental u cualquier otro tipo de producción de audio y video en el momento y la cantidad que el usuario ordene. ¿Quién tiene ahora el control absoluto que la antigua Televisión tuvo antes? ¡El usuario! Y es quien irónicamente puede convertirse en esclavo de si mismo al tener a su disposición tantas miles y miles de opciones para ver que podría convertirse en adicto al entretenimeinto de un momento a otro.

7.- Dentro de esa programación por demanda, hay en Netflix una serie cuya primera temporada fue estrenada hace dos días: The Crown. Siendo una de las series más caras de toda la historia, presenta la vida de la actual monarca británica. La reina Isabel II, como la conocemos en los países de habla hispana, es representada con un lujo de detalle increíblemente asombroso desde los momentos en que contrajo matrimonio con Felipe de Ediburgo ¡hace casi 69 años! Con una producción sumamente lujosa y llena de detalles espectaculares, es una de las series que no debe perderse por nada del mundo. Lo mejor de todo esto es que no tendrá que cancelar nunguno de sus compromisos para disfrutarla.

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@felixrivera333

Las Siete Notas / Por Félix Rivera 6 de noviembre de 2015