La modernidad en Saltillo amaga al señorío
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La modernidad en Saltillo amaga al señorío
FOTOS Y TEXTO: OMAR SAUCEDO
La calle se quedó vacía. La última pareja de enamorados se perdió por los pasillos de la Alameda Zaragoza. Los aparadores de las decenas de zapaterías que flanquean la Victoria están con las luces apagadas, silenciosos, con los cristales reflejando los faros de los coches que ocasionalmente pasan.
Sin embargo, así, con esta quietud de poco más de las 9 de la noche, también es posible disfrutar la calle que para muchos es el corazón de Saltillo. Así es más fácil notar las ausencias de negocios de los que sólo quedó una fachada; un recordatorio inútil para apreciar nuestra historia, antes de que estas construcciones se convirtieran en una sucursal de banco o negocio de reparación de celulares.
Quizá la esquina que más llena de nostalgia a algunos es la de la calle Manuel Acuña y Victoria, donde el imponente edificio del alguna vez Teatro Palacio, ahora anuncia con luces LED una zapatería más; enfrente, los vestigios de una antigua gasolinera sirve como bodega de mercancía china y espacio para vender elotes preparados y frituras para los niños que, naturalmente, desconocen la importancia que tuvo ese lugar para los jóvenes de otras épocas.
Ojalá que los leones que adornan el inicio de la calle (justo a un lado de donde estuvo el hermoso Edificio Coahuila) sirvieran como protección de las invaluables costumbres, recuerdos y vivencias que atesora esta calle de Victoria. Ojalá algún día tomemos conciencia de lo que hemos perdido con el pasar de los años, y rescatemos, antes de que sea tarde, este rincón de la ciudad, que como muchos otros, está merodeado por el destructivo paso de la indiferencia y el olvido.