“On the Basis of Sex” (2018) es una película biográfica de Ruth Bader Ginsburg. En ella se muestra la doctrina estadunidense en contra de leyes discriminatorias por razón de género. Como profesora, Ginsburg planteó el caso Weisenfeld (1975) de manera estratégica. Para defender la cuestión reveló la injusticia de trato desigual a un padre que cuidaba a su hijo y que, además, no recibía la ayuda que le correspondía por la seguridad social de su esposa fallecida. La razón: la ley sólo beneficiaba a las mujeres al suponer que, por el rol natural, ellas son las únicas que cuidan a los recién nacidos.

La discriminación era clara: si la finalidad de la ley era la protección del menor, el beneficio no se podía recibir porque era hombre el que cuidaba. Justamente, el viudo tenía derecho por asumir el cuidado infantil. En un tribunal –con tradición sexista– era más fácil exhibir una injusticia a un hombre que a una mujer. Hoy, la juez Ginsburg es la más temida por Donald Trump por sus criterios progresistas.

En las cortes supremas la voz femenina representa una gran oportunidad de renovar la justicia. No sólo se trata de garantizar el acceso igualitario a los altos cargos que son relevantes para definir el concepto de justicia. Las mujeres que llegan con una gran trayectoria –como Ruth Bader– comienzan a introducir en la deliberación de la justicia nuevas perspectivas, diferentes a las visiones machistas que, por definición, son autoritarias. La visión transformadora de las mujeres, por tanto, es una garantía de cambio social.

¿Cómo logramos más Ginsburg en la justicia? La paridad de género es la vía para que, de manera gradual, se modifique la situación de discriminación. Es tiempo de la igualdad judicial: más ministras, más magistradas y más juezas requiere este país que vive un contexto grave de violencia de género.

En México, la historia constitucional de la paridad es reciente. En 2014, la paridad electoral se estableció como obligación para generar congresos igualitarios. La presencia de más legisladoras ha sido un gran avance nacional. La actual legislatura de Coahuila fue la primera en el País.

En diciembre de 2019, la Constitución se reformó para introducir esta cláusula para el gobierno. Se les olvidó la función judicial. La reciente reforma presentada por el Presidente de la República propone la paridad judicial como principio y regla en la conformación de los órganos federales.

En Coahuila, la alta magistratura tiene una composición desigual. La paridad no es una obligación. Es un tema pendiente que puede ser parte de la reforma que se discutirá en el Congreso de la Unión. Debería ser parte de la agenda a discutir.

Hace tiempo la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, me recordaba que cuando llegó a la Corte había criterios realmente misóginos. Un simple ejemplo. La violación entre cónyuges se consideraba un ejercicio arbitrario del propio derecho, como si los maridos tuvieran la prestación de exigir la relación sexual a su esposa. La visión patrimonialista de la mujer.

TEMIS DE CAMBIO

El Tribunal Pleno de Coahuila se renovó con el nombramiento de dos destacadas mujeres que forman parte de la carrera judicial. Las magistradas Galván, Galindo y Valencia abren hoy una nueva etapa de la justicia que tiene la oportunidad de promover en serio la perspectiva de género.

La justicia necesita más juezas que garanticen un mejor equilibro entre hombres y mujeres, pero también una nueva lectura de la justicia. Las leyes y su interpretación deben dejar de ser un asunto falocrático. La deliberación de la cosa justa debe ser igualitaria.

Hace 19 años participé –con fuertes oposiciones– en la reforma de las acciones afirmativas en materia electoral. Me tocó incluso defender la constitucionalidad de la ley. Las mujeres fueron las que impulsaron los cambios. Hoy tenemos la nueva agenda judicial.

Coahuila fue el primer estado en lograr la paridad legislativa. Espero que en forma gradual sea el primero en lograr la paridad judicial. Es mi convicción apoyarla e impulsarla.