La Medusa y las caras de la violencia en México: violencia directa, cultural y estructural

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La Medusa y las caras de la violencia en México: violencia directa, cultural y estructural

La violencia tiene como referente principal al crimen organizado, el cual se entiende como el conjunto de actividades ilícitas realizadas por grupos que mediante la conjunción de voluntades persiguen el lucro personal, en lo económico y en lo social en espacios de poder. Este tipo de violencia se puede llevar a cabo en una serie de actividades socialmente calificadas como graves, como el tráfico de drogas, de seres humanos, de armas y de alta tecnología, etc. Sin embargo, esta no es la única cara con que se nos presenta la violencia a la que nos enfrentamos día con día todos los mexicanos.

México ha estado en crisis –no es reciente– por la violencia delincuencial o criminal que tanto temor y confusión ha creado en todos los ciudadanos. A esto se suman la incredulidad y desconfianza a los políticos, a los partidos políticos y a las instituciones; y la corrupción. A los impactos al medio ambiente y los recursos naturales y a la creciente desigualdad ocasionada por los niveles de pobreza. 

La violencia cultural no tiene su límite en desigualdades sociales. La deshumanización del otro puede llegar a niveles tales que se deja de considerar persona y se le cosifica, lo que facilita ejercer violencia directa, culpando de la misma a los afectados. El racismo, la homofobia y discriminación de género son prácticas que expresan la violencia cultural. La discriminación de género busca perpetuar un sistema de jerarquía que ha sido impuesto a través de la cultura patriarcal, intentando mantener una subordinación/inferioridad de las mujeres hacia el género hegemónico, el masculino.

La violencia estructural es la injusticia, las muertes debidas a la distribución desigual de la riqueza, el acoso, intimidación o victimización por parte de autoridades y servidores públicos; la falta de empleos; la relación entre los salarios mínimos y los sueldos de los diputados, senadores, ministros o consejeros del INE; o entre el salario de un maestro y el de su líder sindical; las guarderías subrogadas a familiares de connotados políticos; la escases de agua en miles de localidades urbanas y rurales de este país; la obesidad de la población infantil y adulta; la impunidad en denuncias de pedofilia, los crímenes sin resolver; la ignorancia y el olvido en que viven los indígenas del País; la autorización de concesiones mineras en más del 50 por ciento del territorio nacional; privatizar el agua; la prepotencia de los agentes del Ministerio Público y de la mayoría de los burócratas en los tres niveles de gobierno; el pésimo transporte colectivo, la violación de los derechos humanos y la discriminación a indígenas, mujeres, mineros, obreros, migrantes, personas con preferencias sexuales diferentes, etc.; la compra de voluntades de ciudadanos para beneficio de partidos políticos; los sindicatos corruptos; las viviendas indignas; la falta de ética y la corrupción en el sistema penal y de justicia; tener las tarjetas de crédito más caras del mundo; y muchos otros aspectos a los que nos enfrentamos en nuestro País.

La corrupción revelada por Emilio Lozoya es violencia estructural que evidencia la existencia del monstruo de la mitología griega: Medusa, cuyos cabellos eran serpientes venenosas y tenía la capacidad de convertir en piedra a quien la mirase. La Medusa inmoviliza a quienes deben velar por la probidad, legalidad y transparencia en el manejo de dinero público, tentándolos con las mieles del dinero fácil. A nadie sorprende que empresarios brasileños y mexicanos, magistrados, asesores internacionales, funcionarios públicos del más alto nivel, incluyendo a tres expresidentes y legisladores, resultaron implicados en fraudes millonarios que deben ser revertidos. Sus declaraciones a la prensa son incoherentes, alegando inocencia. Si son inocente ¿por qué renuncian? ¿De qué se preocupan? ¿O le están apostando a que sus pares los protegerán, denegando la solicitud de antejuicio? Los personajes involucrados se dan baños de pureza y aseguran que, a pesar de su larga experiencia política, no sabían nada de las ilegalidades. ¿De verdad piensan que alguien les cree?

Medusa tenía dos hermanas monstruosas, las Gorgonas, mujeres de enormes dimensiones y salvajes apetitos. La corrupción también las tiene; una es la impunidad y la otra el poder. Un asalto al erario público de tan grandes dimensiones, como el realizado por las mafias, solamente es posible si quienes ejercen el poder político y económico lo permiten y garantizan impunidad.

A Medusa la decapitó Perseo, evadiendo su mirada inmovilizadora. Hoy, la lucha contra la Medusa la encabezan el Presidente de la Republica y el Fiscal General de la República; a ellos les toca decapitar a la Medusa de la corrupción.

(Partes del texto son tomadas del Manual: Creación de Eslabones Vecinales para Construir Ciudadanía. Taller de Sensibilización, desarrollado con base en la experiencia-en la necesidad de cambios-para resolver problemas sociales).