La mascarilla y las pinzas

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La mascarilla y las pinzas

1

Las pinzas habían sacado algo de sangre. Perlas rojas caían en el lavabo frente al espejo. No lograba desprender la mascarilla de protección; por más intentos que hiciera de destejer hilos y bordes con cuidado primero, con angustia después. Inicialmente la mascarilla se había adherido a la carne de una forma segura que le permitía respirar, luego, como una capa avanzaba entre los pómulos y la frente con sus tejidos dorados. SÍ, el hermoso bordado de flores que eligiera para decorar la mascarilla, se extendía por su rostro afianzando sus tejidos por nariz, boca y pómulos.

 

2

Una yema encendida asoma por la montaña y se desborda. Es la Luna que deja caer su lava fría sobre el bosque con gotas de una lluvia luminosa. Se extienden sus dominios suaves. Las hierbas y las raíces beben de su luz. Así inicia su imperio, de noche. El bosque,  los desiertos, el manglar, las dunas o las copas más altas de le selva la reciben por igual. Ella se ha negado a ser el territorio que fraccionen para dividir su cuerpo, así que prefiere caer sobre las entidades vivas de la Tierra. A quienes mirábamos asombrados, nos dejó caer puntuales colirios en las pupilas. Y el mundo es de sedante hermosura incluso hoy, que la luz del Sol llega con ferocidad. Algunos han comenzado a darse cuenta que, al mirar al cielo, no hay más Luna.

 

3

El árbol daba esferas verdes que amarilleaban. Crecieron más de lo habitual, así que doblan las ramas. Por las noches se puede escuchar una queja en forma de crujidos suaves que aumenta con el viento. Falta poco para que el color amarillo cubra las esferas que crecen. Al tacto son pesadas. Anoche sus dedos pudieron sentir otro estremecimiento, ese que las ayuda a crecer.

 

4

Recordaba cómo su padre se lavaba el torso y la cabeza contra el lavabo, sentado en la silla de ruedas, en aquellos días de metálico verano. Ella le ayudaba con la jícara de agua. No sabe por qué esa imagen ha vuelto ahora. Regresa con el sonido del agua y con esa voz que le indicaba por dónde dejar caer más. Transcurrido más de un año de su partida, la camisa limpia que le perteneciera a él, desprende su aroma. ¿Por qué hoy es más intenso?

 

claudiadesierto@gmail.com