La mafia de la toga se ampara

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La mafia de la toga se ampara

Nadie de la burocracia nacional debe ganar más que el Presidente de la República, es lo que postula la nueva Ley Federal de Remuneraciones que ha causado un profundo escozor en los sectores más privilegiados de la empleomanía nacional (como le llamaba Mora a la burocracia opresiva), por lo que miles se han amparado ante los mismos jueces abusivos para no perder sus prebendas, entre ellos jueces, magistrados, consejeros, senadores y demás entes draculescos de ética disecada, de avaricia desmesurada y degradación consumada.

Hay ministros de 600 mil pesos al mes, magistrados y jueces de 300 mil y consejeros de a 200 mil. Y los más reacios a perder sus prerrogativas son esos togados encargados de impartir justicia en un país donde, precisamente, impera la injusticia.

Y mire usted cómo es que a los abogados de este País les ha dado por estudiar derecho en España. Pura teoría y nada de buena práctica, pues la gran mayoría no imita las virtudes del juez José Castro Aragón, por citar un ejemplo, el cual percibe el equivalente en euros a 80 mil pesos al mes, pero resulta que este juez eficiente y honesto ya procesó por corrupción en el caso Nóos a la duquesa de Palma, hermana del rey, mientras que aquí no hay fiscal o juez que se atreva a encausar a la truculenta Marucha, la intocable duquesa de las empresas fantasma.

Y es que el juez Castro es más juarista que los jueces mexicanos. Se ciñe a la honrada medianía de un sueldo moderado. Aquí nuestros voraces leguleyos se han amparado para defender su deshonesta sangría de 600 mil pesos mensuales en un país donde abunda la pobreza, la injusticia y la impunidad.

Y cierto es que la pandilla de la toga tiene prácticas propias de la mafia siciliana. Nepotismo mafioso donde la prioridad es proteger a la propia familia metida en el Poder judicial. También es cierto que en esta camorra togada es frecuente el prevaricato y que muchos juzgadores tienen bufetes que litigan las causas que ellos mismos juzgan en tribunales.

En el primer párrafo de la novela “El Proceso” –que trata de la destrucción de la persona por un sistema judicial burocrático y absurdo– Franz Kafka describe a un personaje enfundado en una vestidura negra y con pliegues, ropaje de una apariencia singularmente práctica, pero que el mismo Kafka reconoce como inútil, prenda a la que este columnista identifica con la toga del poder judicial.

Don Manuel Gómez Morín, que fue un competente abogado, dijo alguna vez respecto a los togados venales: “Olvidan los señores ministros que lo toga no es un adorno de guardarropía. La toga es símbolo de dignidad y decoro cívico y, sobre todo, escudo y coraza para la defensa de las libertades públicas”.

Hoy los jueces se han puesto la toga para defender sus privilegios, su desmesurado salario, su nepotismo y su prevaricato, lo cual nos provoca repetir lo dicho por el lenguaraz Pito Pérez respecto al Poder judicial: “Los jueces me hicieron abominar de la justicia de este País con todas sus triquiñuelas y sus maldades. ¡Pobrecitos de los pobres! Yo les aconsejo que respeten siempre la ley y que la cumplan, pero que se orinen en sus representantes”. Vale.