La loca diversidad

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La loca diversidad

Aunque en la invitación de papel que ha empezado a circular en los medios universitarios sólo se da crédito a la Escuela de Artes Plásticas “Profesor Rubén Herrera”, el Foro de Expresión Artística que se anuncia ha venido realizándose con la participación de tres escuelas: la mencionada, la Escuela de Música y la Facultad de Ciencia, Educación y Humanidades, todas pertenecientes a la Universidad Autónoma de Coahuila.

En medio de informaciones cruzadas y de datos provisionales, parece que esta vez el Foro de Expresión Artística estará dedicado al tema de la “Diversidad”. ¿Qué diversidad? La invitación, que ilustra Jordán, no da más detalles: sólo consigna la palabra “diversidad” entre guiones.

Varias personas me dicen que esa “diversidad” está referida a la sexualidad. Es decir, el tema de este Foro es o será el de la “Diversidad sexual”. No entiendo por qué no se consigna así en la invitación: ¿pudor o autocensura? Cuidado: si hay algo peor que la censura es, precisamente, la autocensura.

Según la programación, aún incierta, el Foro inicia este lunes 28 de septiembre y terminará el sábado 3 de octubre, con un concierto en el Paraninfo del Ateneo Fuente (así me han informado indirectamente). Casi todas las actividades se llevarán a cabo en las instalaciones de la Escuela de Artes Plásticas, ubicada en el municipio de Arteaga desde hace al menos dos años.

Cuando se habla de diversidad sexual es común que la gente piense en la homosexualidad. Por alguna razón se asocia la noción de “homosexualidad” con la de “diversidad sexual”. ¿Por qué? Supongo que porque la gente piensa que quien es “diverso/a” es necesariamente gay. Se es heterosexual o no se es. Punto. Quien no lo es, o es maricón o lesbiana, para decirlo en mexicano puro.

Quizá el pueblo tenga razón. Cuando no se es convencionalmente hombre o convencionalmente mujer, la única alternativa es no serlo, y el no serlo, implica una “desviación”, una “diversidad” que separa al individuo de la norma social, bíblica, religiosa y demás. Podemos acudir a teorías científicas reputadas, pero finalmente, el “diverso” será etiquetado para toda su vida y sufrirá las consecuencias de su equívoca “opción”.

Otra palabra controversial. Pues ¿alguien, en una sociedad cuadriculada como la nuestra, “optaría” por ser sexualmente “diverso”? ¿Alguien en su sano juicio “optaría” por hacer de su vida un vía crucis en una sociedad enmascarada como la nuestra? ¿Wilde “optó” por ser gay? ¿Safo “optó” por ser “diversa”? ¿Leonardo y Fidias “optaron” por el “desvío”? ¿Quién lo haría? ¿Frida Kahlo?

No es extraño que a lo largo de milenios eso que hoy llamamos “diversidad sexual” haya sido anatematizado en un sinnúmero de civilizaciones: esa desviación atenta contra el orden del mundo, del universo. Es una anomalía. Ser un desviado es ir en contra de la naturaleza y, por lo tanto, de la sociedad, que pretende ser reflejo de aquélla.

La paradoja salta ante el entendimiento cuando descubrimos que en el mundo animal también se da esa extraña anomalía. ¿Por qué entre ellos se buscan los iguales y no los complementarios, como se supone está ordenado el mundo? ¿Por qué una hendedura busca a otra hendedura y una protuberancia a otra? ¿Por qué los semejantes se buscan, se encuentran, se refocilan? Las almas no tienen sexo, dice Sor Juana, repitiendo a Platón. Pero los cuerpos materiales sí.

Lo húmedo y lo seco, dictaminan la alquimia y el conocimiento hermético. Todos hemos visto el símbolo que representa al Ying y al Yang, com-penetrados. Así debiera ser, hipotéticamente. Pero hasta en la Biblia la “diversidad sexual” es brutalmente condenada. Ya sabemos qué se entiende, por ejemplo, cuando se habla del “pecado nefando”. La sola imagen de unos ángeles ultrajados –violados, para ser exactos- por la masculina turba sodomita provoca horror…

Tanto horror que el gentilicio “sodomita” se convirtió en lo que ya sabemos. Pero ¿qué es un “sodomita” en la realidad real, fuera de la Biblia? ¿Qué rol ejerce cada uno de ellos en una relación “desviada”, “diversa”? El lenguaje coloquial del orbe “queer”, la carnavalesca jerga del mundillo de las locas mexicanas ha acuñado vocablos hilarantes e ingeniosísimos para designar muchas de estas tareas, actitudes y aptitudes que esta “minoría” adopta en el natural ejercicio de su sexualidad.

Al escribir “minoría” recuerdo la expresión categórica de Antonieta Rivas Mercado: “Me largué de México porque allá todos son jotos.” (Cito de memoria). ¿Les supo algo a los compatriotas de su época? ¿Lo dijo porque -la verdad sea dicha- los mexicanos tendemos a un ilimitado hedonismo? Si es así, ¿tenía razón? Después de todo, son los mexicanos los autores de un proverbio estremecedor: “Siendo agujero, aunque sea de caballero.”

Para no variar, se trata de un refrán del todo machista, aunque de una permisividad clandestinamente exquisita. Sin embargo, ¿qué pasa con las mujeres “diversas” –que no con las diversas mujeres- y con las otras formas de “diversidad sexual”? Mallarmé afirmaba: “Todo pára en un libro”. Entre otras cosas, preguntaría: en México ¿todo pára en un pene? Y aquí, claro está, no hay albur posible. Simplemente no me cabe.