¿La literatura está pasada de moda?

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¿La literatura está pasada de moda?

El periodista Jorge Villegas, quien fuera director de El Diario de Monterrey por más de 25 años,  sentenció cuando lo entrevisté en 1996: “a partir de este invento de la internet y la web, el mundo no volverá a ser el mismo”. Desde el invento de la imprenta por Gutenberg en 1440, en el siglo XV, el mundo era uno, pero a partir de la internet, como bien decía Villegas, el mundo fue otro.

El avance de la civilización en la Historia de la humanidad tiene dos fuentes, poderosas, necesarias e inevitables: el alimento y la comunicación.

¿Cómo era el mundo en el Siglo XV, antes de la imprenta inventada por Gutenberg? El mundo estaba saliendo de la era medieval, del oscurantismo, del aprisionamiento de la iglesia sobre los pueblos de Europa, que apenas se levantaban de la terrible Peste que acabó con una tercera parte de la población del viejo continente.

La gente no leía y la educación estaba reservada para los poderosos reyes y feudales de la época y sus familias.

La lectura, las letras, la literatura, estaba controlada por el poder supremo de la antigüedad: la Iglesia.

Los monasterios eran el único lugar donde podían conseguirse libros, hacerse libros y leerse libros. Y por supuesto, todo este arte, así como las otras bellas artes, estaban reservadas únicamente para y por los hombres.

Escritos a mano, algunos con un gran arte de diseño románico y barroco en sus hojas, la literatura, los libros, eran absoluta posesión de la Santa Madre Iglesia y todo tema que tratase de escribirse, era controlado, supervisado y aprobado por el clero.

Cualquier cosa que se escribiese con fines médicos o científicos, y que contradijera el orden religioso -de que la vida, el Universo, los planetas, etc, todo había sido creado por un Dios Supremo- la Santa Inquisición se encargaba de hacer que todos estos científicos, artistas y escritores, no volvieran a expresar ninguna idea “revolucionaria” o se las verían con ellos.

¿Pensar en pintar, hacer esculturas, escribir música, construir templos, palacios, iglesias que no fueran a nombre de Dios y pensando todo en Dios? ¡Imposible! ¡Qué sacrilegio!

Y no sólo los hombres, ¿que una mujer se atreviera a pintar, a componer, a escribir, ¡a crear arte!, a decir lo que piensa y expresarlo en público ¡Virgen Santísima de Catemaco! De ninguna manera. Porque como todas y todos los rebeldes de aquella época, terminaban quemados vivos en la hoguera.

Antes de Gutenberg el mundo se comunicaba, sí. Desde hace 7 mil años, los chinos, los egipcios, los sumerios y los habitantes de la antigua Mesopotamia, se disputan el invento de la escritura.

Pero veamos, ¿cómo se comunicaba el ser humano? Con señas, luego con jeroglíficos, con dibujos en rocas, piedras, cuevas, vasijas, y finalmente en papel.

Las lenguas fueron naciendo en las tribus nómadas y sedentarias y finalmente, en el Siglo VI, el Papa Gregorio unifica toda Europa a través de una misma lengua: el latín. Y obliga a todos los habitantes del enorme continente a que toda la celebración de la misa fuera en el mismo idioma. Así nacen también los Cantos Gregorianos. Desde luego, todos eran en alabanza a Dios y de ahí vienen varios compositores famosos ¡pero sólo podían escribir música para Dios! Qué Juan Gabriel ni qué nada…

¿Pero nada más en Europa había lenguas? Claro que no. En México, en la antigua Mesoamérica, se hablaban las lenguas indígenas como el náhuatl, el cual subsiste hasta nuestros días.

Pero volvamos a la escritura. Ya unificada la lengua en Europa con el latín –la lengua mater-  entonces fueron naciendo los demás idiomas, dependiendo las regiones: el inglés, francés, italiano, alemán, ruso, etc.

Los japoneses, chinos, coreanos, etc, se cuecen aparte, pues a la fecha, su escritura está basada en imágenes, cuadros, puntos, círculos, rectángulos y su idioma nació en su propia región.

Y entonces comenzaron a escribirse los primeros libros en latín, escritos y dibujados a mano en los monasterios. De hombres para hombres. Y para aquellos que aspiraran a una educación, sólo podían dedicarse a dos cosas: o ser militares, o ser sacerdotes. El resto de la población, se mantuvo analfabeta por otros dos o tres siglos…

Y entonces, llegó un alemán rebelde con un nuevo invento: La imprenta. ¿Qué publicó? Por supuesto, La Biblia. ¿Y qué le pasó al primer hombre de América que tradujo al Inglés la biblia sin consentimiento de la Iglesia? Se murió el pobrecito, condenado a muerte, por la Santa Inquisición.

Inmediatamente que Gutenberg inventó la imprenta, los libros comenzaron a brotar y la gente se pudo comunicar. Cosas de Dios, claro, pero fue un medio de comunicación importantísimo para llegar a otras tierras, a otros pueblos.

Cuando la imprenta llega a México con los españoles, los códices prehispánicos siguieron escribiéndose, pero ahora en una combinación de náhuatl, latín y castellano antiguo. O sea, había una escritura en papel, pieles y hojas. Y para el siglo XVI se hablaban ya los idiomas por todo el mundo, como ahora los conocemos.

En 1870 llegó la máquina de escribir y el periodismo y la carrera para secretaria tuvieron su apogeo. Las que fuimos secretarias éramos expertas en escribir a toda velocidad con todos los dedos y generalmente tuvimos jefes mandones y perfeccionistas. ¡No existía el corrector líquido! Así que imagínese usted, una y otra vez, hasta que la carta o el oficio salían perfectos.

De la máquina de escribir llegaron las computadoras en 1947. Eran aquellas máquinas que medían hasta 7 metros de largo y que con algoritmos y números daban una respuesta a un análisis de un sistema computarizado. La enorme máquina arrojaba pequeñas hojas acartonadas amarillas con agujeros por aquí y agujeros por allá. O sea, la máquina pensaba, analizaba y arrojaba un resultado que sólo los matemáticos o ingenieros comprendían. Para mí, eran cartoncitos con hoyitos y cuadritos para jugar en casa… Tras esa novedad, llegaron las carreras de programadores, analistas de sistemas, licenciados en sistemas computacionales, etcétera.

Cuando me senté por primera vez frente a una PC (personal computer) de Apple, era 1987 y estaba tomando un curso de Lotus 1-2-3 en la UNAM. ¡Apenas si entendía cómo guardar archivos en el disco RAM! (Puede usted localizarla en Google como “antigua” PC Apple…).

Si tener computadora en el 2000 en casa fue una novedad y nos sentíamos como rarísimos, millonarios, y podíamos hacer las tareas de los niños bien bonitas y diseñadas –mientras nuestra hermosa máquina de escribir comenzaba a empolvarse junto a los zapatos en el clóset- imagínese usted lo que fue enviar mi primer correo por e-mail.

Desde la biblioteca del Tecnológico de Monterrey donde estudiaba Arte, envié por primera vez, en 1998, un correo electrónico a mi esposo, y sólo le puedo decir que se sintió algo así como salir de la caverna, con todo y mazo en la mano, vestida con piel de mamut, hasta el espacio, con todo y satélite, con todo y traje de astronauta, con todo y nave de la NASA.

Usar por primera vez la internet para comunicarme con alguien, me hizo sentir que dejaba detrás de mí 2 mil, 7 mil, 10 mil años de historia antigua y pasaba a la Era Moderna con un asombro y un impacto emocional que sólo podrán entenderlo, cuando alguien invente algo más grande que la internet.

De la imprenta de Gutenberg a la internet pasaron 500 años.

De los libros pasamos a la era digital. Del teléfono en casa pasamos a los móviles que tienen todo lo que tiene una PC, y que le caben a cualquiera en la bolsa del pantalón.

Nos falta ver lo virtual, cuando desde la mesa del comedor podamos mover objetos digitalmente, o escribir sobre la mesa, como si fuera un teclado, no falta mucho para ello.

¿Tener conversaciones virtuales, como apersonarse “frente a alguien” que se encuentra al otro lado del mundo? No falta mucho para ello. Pues ya tenemos videollamadas…

Con todo este avance del mundo en tan solo 30 años, con este brinco de la imprenta de Gutemberg hasta la PC de Billy Gates y Jobs y la internet como la forma de comunicación más avanzada inventada por el ser humano ¿quién quiere saber hoy de libros?, ¿de leer?, ¿de disfrutar del olor de las hojas de un nuevo o un viejo libro y adentrarnos en las aventuras premonitorias de Julio Verne o en el feminismo sarcástico de Jane Austen o el provinciano Macondo de García Márquez?

¿Usted cree en serio que la literatura está pasada de moda?

Emiliano, mi hijo autista que lee mucho y tiene su propia biblioteca en su cuarto, dice que 1 de cada 10 amigos suyos lee. ¿Tiene que ver el estatus socioeconómico? No. Me asegura.

Emiliano dice que sólo dos cosas son el elemento base para que una persona, de esta era digital, le guste leer: 1. Con el ejemplo que le dan sus padres. Y 2. Porque los maestros obligan en la secundaria, prepa y universidad.

¿Usted cree que Emiliano tiene razón? Yo digo que sí.

La literatura, desde mi perspectiva, ha pasado de moda. Las prisas y la tecnología nos obligan a que nuestros libros que ya leímos se estén empolvando en los libreros.

El único remedio que le encuentro para que sigamos hundiéndonos en el placer de una novela, de un cuento, de una historia de misterio, de terror, de una fantasía extraordinaria como con los libros de J.K. Rowling sobre un niño mago llamado Harry Potter, es el libro digital.

La literatura pasó de moda, creo que sí. Pero el arte de aprender y disfrutar un libro mientras aprendes, yo creo que no.

La emoción de hundirte en una narrativa de un Gringo Viejo de Carlos Fuentes o identificarte con la poesía de Pita Amor o de Elena Garro, o asombrarte del embrujo de la selva chiapaneca de Balún Canán de Rosario Castellanos o reírte de las ocurrencias de Lilus Kikus de la Poniatowska y sufrir con la infancia incomprendida de la pequeña Sofía en Las yeguas finas de Guadalupe Loaeza o sentirte la protagonista de cualquier novela de Ángeles Mastretta, yo creo que no podemos dejar de disfrutarlo.

Bienvenida entonces la literatura digital, al cabo que ya, por fin, en este año 2017, me forzaron mi hija y mi marido a tener mi primer teléfono "inteligente".

Hagamos pues, con este pequeño aparato que mide unos 10 centímetros, maravillas con el periodismo, la literatura y la comunicación.

¿La artritis que les dará a los millennials en los próximos años? Ese es otro tema que usted y yo, podemos conversar tranquilamente con un café. Cuando guste. Pero eso sí, le pondré la condición que le pongo a mis amigas en el Vips: Apaguemos el celular, porque vamos a platicar de frente, en vivo y a todo color… ¿Les parece? Gracias.