La leyenda de 'El Camarón', comerciante de peyote en Real de 14

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La leyenda de 'El Camarón', comerciante de peyote en Real de 14

Le decían “El Camarón”, no recuerdo su nombre, pero sí que fue un personaje afamado de acá del norte.

Era un guía de turistas de Estación 14, San Luis Potosí, que tenía un restaurán, “El Tokio”, no sé si aun exista, y que se dedicaba a comerciar peyote del desierto entre los sicodélicos que iban en su busca.

Y por esto último, sobre “El Camarón” se cierne una extraña y espantosa leyenda que habla de la venganza o maldición de los dioses hiucholes hacia quien se atreve a negociar con la planta “sagrada”.

Famoso era “El Camarón” entre los miles y miles de peregrinos que cada año, por estas fechas, llegaban en tren a Real de 14 para visitar el templo del santo Francisco

En realidad nadie sabe por qué lo llamaban “El Camarón”, si por la forma en que arqueaba le cuerpo cuando cargaba al lomo el carbón para las locomotoras o por su cara colorada como la de tales criaturas marinas, quizá por las dos cosas.

Tenía un don de gentes tremendo y era servicial hasta el exceso.

Hombre treintañero, se había casado con una niña de 14 años, puesto un restauran, “El Tokio”, y tenía un jeep con el que transportaba por la peligrosa cuesta, entonces el único acceso a Real de 14, a sus clientes venidos de todas partes.

Buen tipazo era “El Camarón”, dicharachero, bailador, a no ser porque le gustaba el trago, agarrar la parranda por días y pegarle a su mujer.

Pero un detalle se contaba de él: que acostumbraba ir al desierto y llegar a Estación 14 con los sacos repletos de peyote que luego vendía a sus amigos turistas ya deshidratado, pulverizado y empaquetado.

Cierto día en que “El Camarón” había viajado a Laredo para asistir al velorio de un familiar fue salvajemente atacado por un enjambre de abejas, que había instalado su panal en el jardín de una casa vecina.

Como es lógico, “El Camarón” murió y la gente de Estación 14 empezó a maliciar que había sido una venganza de los dioses huicholes por haber lucrado con la planta “sagrada”.

Será verdad, será mentira, una leyenda que a mí me dejó petrificado…