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'La lectura es un viaje que nunca termina': Daniel Salinas Basave
Daniel Salinas Basave, es un periodista y escritor que hace una especie de literatura fronteriza, que va de la ficción a la realidad, de la literatura al periodismo, es decir, que evidencia en su trabajo lo que pasa en el país -vive en Tijuana- y se llena de historias de violencia que son semillas para contar relatos.
A partir del gérmen de aquel semillero nace "Juglares del Bordo", que reúne nueve historias cortas con las que obtuvo el premio de la fundación Argentina El Libro, por el que recibió 375 mil pesos argentinos (aproximadamente 18 mil 600 dólares) y que además le editará y presentará el libro en la próxima Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Salinas Basave es autor de "Días de Whisky Malo", "Dispárenme como a Blancornelas" y "Vientos de Santa Ana", entre otros títulos.
-En tu ensayo literario 'Bajo la luz de una estrella muerta. Hacia la Extinción del Lector Hedonista', planteabas cómo sería un mundo sin lectores, sigues creyendo que sería igual o cómo lo describirías ahora? El lector es el personaje principal del juego literario, por encima del escritor. La lectura es el acto de embrujo, el viaje que nunca termina. No deja de sorprenderme que en un mundo infestado por alternativas de evasión sigamos existiendo lectores aferrados. Acaso es un milagro o una forma de resistencia aunque la verdad es qué hay más lectores puros entre los jóvenes y adolescentes que entre los adultos de mi generación. Tal vez son otra clase de lectores, pero me hacen creer que a este embrujo le queda larga vida.
-Tu carrera ha florecido en Tijuana, una ciudad que adoptaste y que te adoptó. Que subyace en tus relatos, ¿cómo se convierte este contexto en parte importante en el desarrollo de los cuentos de 'Juglares del Bordo'? Tijuana y Baja California en general son un tornado de historias y una fuente de inspiración inagotable. Reportear en sus calles fue mi maestría y mi doctorado en el arte de contar historias. 'Juglares' es hasta ahora mi libro más radicalmente bajacaliforniano. Ocho de las nueve historias ocurren ahí. Lo mío es y ha sido una frontera narrativa en todo el sentido, por el entorno geográfico pero también por la frontera entre los géneros, la frontera entre periodismo y literatura, realidad y ficción, la razón y el delirio onírico.
-¿Qué lecturas te ayudaron a construir 'Juglares del Bordo'? Cada vez soy más obsesivo con el ritmo y la cadencia y, toda proporción guardada, me ha influido mucho el tono de Daniel Sada, toda proporción guardada. En cuanto al híbrido entre periodismo y literatura, Federico Campbell es una influencia determinante. Tampoco puedo ocultar que Luis Humberto Crosthwaite recorrió un sendero muy similar muchos años antes que yo.
-¿Qué cuentistas incluirías en tu canon personal? El cuento es el género primario, el género semilla, nuestra puerta de entrada a la literatura. De los padres del cuento moderno me quedo con Gógol y Poe (cuyas vidas fueron cronológicamente paralelas) Me gusta Chéjov y Quiroga, Cortázar (me gusta más el Cortázar cuentista que 'Rayuela') Revueltas (nuestro prosista más extremo) y Borges, que siempre será eterno. Este año he releído todo Rulfo, una vez más y explorado al Gabo García Márquez en su fase de cuentista. De los contemporáneos me quedo con Luis Felipe Lomelí, Pedro de Isla, Alejandro Morellon, Federico Falco, Liliana Colanzi y estoy descubriendo a Máximo Chehin.
-Cuéntanos sobre tus 'six pack's' narrativos. (El escritor se refiere así a dos de sus libros porque cada uno de estos tiene seis cuentos). Los six packs narrativos, 'Blancornelas' y 'el Whisky Malo' brotaron casi al mismo tiempo y ganaron premios. Son libros hermanos que han caminado en forma paralela. Tienen casi la misma extensión en palabras y ambos tienen un cuento muy largo y cinco de mediana extensión. En 'Blanco' los personajes de los seis cuentos son reporteros y 'whisky' es más cosmopolita en temas y entornos. A ambos les ha ido muy bien.
-¿Porqué leer a Borges cambió tu vida? Porque Borges es eterno y nunca he dejado de leerlo. Por ejemplo, a Hesse lo leía en mi adolescencia y me alucinaba, pero lo leo ahora y me parece naïf. Lo mismo Castaneda por ejemplo. A Borges lo leo a los 16 años o lo leo esta noche e igual me vuela la cabeza como la primera vez. Recién releí "La Memoria de Shakespeare" y al viaje me he traído "El Informe Brodie". Es una aventura que no se acaba.
-En una ocasión Mario Vargas Llosa dijo que la literatura es una mentira que te permite llegar a la verdad, ¿estás de acuerdo? Claro, cuando narras ficción tienes que ser un poco chapucero. En el ensayo, por ejemplo, soy brutalmente honesto, soy yo pensando en voz alta o hablándote en un café o en una cantina, pero en el cuento te hago fintas, te trato de engañar deliberadamente. A veces puedo contar un hecho real, pero usurpo los pensamientos de los personajes.
-Imaginemos que los libros se extinguen del mundo, que solo puede quedar uno, ¿cuál elegirías y porqué lo harías? Alguna antología del cuento universal (la compilada por Pitol es buenísima o la de Borges, Bioy y Ocampo, o "Las Mil y una Noches" para que me narren un nuevo relato con cada luna.
-¿Qué representa para ti obtener cada premio literario que has ganado? Cada quien habla cómo le va en la feria y a mí en la feria de los premios me ha ido muy bien. Casi todos mis libros se han publicado gracias a un premio, de otra forma nunca se hubieran publicado. Yo nunca en mi vida he tenido una beca y posiblemente jamás la voy a tener pues yo no tengo amigos en el medio literario y de hecho les caigo muy mal a los escritores mainstream. Yo soy un intruso, un huésped no invitado, pero con 'Juglares' van a ser ya doce libros publicados. Gracias a que fui finalista en un premio tengo un libro circulando en todo Colombia y ahora voy a publicar en Argentina con extraordinaria distribución, pues la Fundación El Libro es la organizadora de casi todas las ferias de Argentina. Hay a quien le basta un premiecito regional y dos libros publicados para estar en el Sistema Nacional de Creadores. Otros tienen empleos públicos en instituciones culturales o universidades y como quiera viven colgados de la teta del sistema. Que les aproveche. Yo sí trabajo y me muero en la raya. Estoy tirado a matar. Sigo en mi trinchera y no voy a parar.