La honestidad básica

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La honestidad básica

Disfrutan más de la vida los que tienen la honestidad de ser congruentes y, desde esa realidad, emprender el camino de la superación-caída-recuperación; los tres pasos trascendentes de la vida. Se necesita energía para mover las ruedas de la vida. La energía, positiva o negativa, tiene dos maneras de ser liberada: estalla (hacia afuera) o hacia adentro. Cuando se funde un foco se escucha la implosión sorda “puf”. Por fuera el foco está aparentemente “sano”, por dentro es inservible.

No es con “pedacitos” de chapa de oro que, tarde o temprano, caen para obligarnos a descubrir que la seguridad o la sapiencia no consiste en esconder o disfrazar imperfecciones y miserias como si fueran lepra, ni de aparentar una realidad que está muy lejos de ser cierta en nuestras vidas. O fabricarnos un encanto permanente que nos vemos obligados a producir con doloroso afán.

Ser una máscara viviente que se muestra con otras y vive, o pretender vivir entre máscaras, resulta profundamente agotador e insatisfactorio. De oro, plata, cobre, acero o titanio, sé tú mism@. Fritz Perls usó la metáfora de la cebolla para explicar en 1970 “Los Estratos del Yo”:

Yo falso. Actuamos, representamos roles de lo que “necesitamos ser ante el mundo”: “como si fuera ric@”, “como si fuera honest@”, etc.

Yo fóbico. Ahí almacenas todo lo que no te gusta de ti que tampoco quieres aceptar, lo que niegas. Todo lo que se supone que “no debo sentir”: envidia, odio, egoísmo, mezquindad, venganza, rencor. Etc.

El “atolladero” o impase. Es el punto de parálisis y confusión totales. Sin querer darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal o manejando mal. Sin tener tampoco la energía y claridad mental para generar el cambio necesitado. Con carencias añejas sin resolver y nuevas necesidades sin descubrir.

Yo implosivo. Es energía vital embotellada, atrapada en una capa de acero como olla exprés para que no cause daño a nadie. Pero ahí está y acumula más y más presión, angustia, malestar físico y mental.

Yo explosivo es la capa que sigue. Aquí la energía utiliza su propio cause abierto y (ojo) es liberada en cuatro formas: gozo, aflicción, orgasmo o coraje. La fuerza de reacción depende de la cantidad de energía acumulada.

Al centro de esta “cebolla” está el Yo verdadero. Con todo su potencial energético y habilidades que puedes integrar a tu realidad. El Yo verdadero es el que te plantea necesidades reales, te dice lo mejor que hacer para sobrevivir en todos sentidos. El ego, en cambio, aprisiona toda tu espontaneidad, te complica y hace que pierdas el camino hacia tu verdadero Yo. El verdadero centro de tu Ser (con mayúscula significa Alma).

¡Decídete a ser feliz hoy!

 

@_A_lfonsina