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La herejía de la fe ciega: Fideísmo, el mal que la iglesia critica
¿Por qué a las fiestas patronales como a la de Santo Cristo acude tanta gente como a la Feria de Saltillo o a un concierto de banda, y por qué el Vaticano estaría en desacuerdo?
Algunos teólogos llaman a este tipo de manifestaciones “gracia barata”, con toda la carga peyorativa posible y enseguida se explican las razones.
Son varios papas los que se han pronunciado contra el fideísmo, a tal grado de llamarlo herejía, y las fiestas patronales y rituales latinoamericanos están plagadas de esta actitud, en la que la fe se sobrepone a la razón.
El fideísmo, en una definición básica, es una postura filosófica en donde la persona sobrepone la fe a la razón y puede llevar al católico —en este caso—, a no razonar los motivos de la fe e incapacitar al individuo para deducir la existencia de Dios de manera lógica.
Supongamos que en esta fiesta del San Cristo que se celebra cada 6 de agosto y que es parte de la historia de la ciudad, se le pidiera a las personas que demostraran a través de la razón la existencia de Dios; es probable que muy pocos puedan lograrlo e inclusive es muy probable que en toda su vida como católicos no se lo hayan preguntado.
El obispo Raúl Vera, en sus diversas homilías, ha llamado abiertamente a la feligresía a dejar el “cristianismo de ritos” y tomar una vida activa en favor del evangelio.
¿UNA ACTITUD FACILISTA?
A diferencia de otras religiones, el catolicismo niega el fideísmo por ser “facilista”, entre otras cosas.
El papa Juan Pablo II publicó una encíclica, texto que es dirigido a los obispos del mundo titulado “Fides et Ratio”, en la que advierte contra rebrotes peligrosos de fideísmo; peligrosos ya que no aceptan la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios.
Benedicto XVI también escribió un texto sobre por qué se debe rehuir dicha actitud, ya durante el 2013 llamándola herejía.
Al parecer sí existe una preocupación auténtica desde el Vaticano por esta postura. Varias ocasiones el obispo Raúl Vera ha mencionado los “regaños” hechos por el Papa Francisco a los obispos de México.
Les recuerda que es un país en donde el 90 por ciento de la población es católica y aún así hay innumerables actos de violencia y corrupción.
En Latinoamérica y en especial México y hablando específicamente de Saltillo, solo hay que presenciar el momento en donde se baja la imagen del Cristo de la Capilla y cientos de mujeres y hombres entran en lágrimas gritando “Viva Cristo Rey” mientras afuera, entre servidores del ayuntamiento y comerciantes ocurren actos de corrupción.
CAER EN LA SUPERSTICIÓN
De acuerdo con el teólogo David López de la Diócesis de Saltillo, entre otras cosas esta postura lleva a la superstición, manifestación no legitima para el catolicísimo.
“La Fe cristiana está tan de acuerdo con la normas de la razón y de la ciencia misma, que puede convencer hasta al pensamiento más crítico si hay una búsqueda autentica de la verdad.
“Grandes pensadores como Max Planck, que ganó Premio Nobel por sus aportaciones en el ámbito de la mecánica cuántica era católico y veía en la ciencia la misma garantía de un Ser Supremo”, comentó.
Sobre las repercusiones que tiene esta actitud, el teólogo señaló que se puede traducir por ejemplo en la superstición.
Negó que el fideísmo sea practicado por el católico que acude a misa, consiente y que lee la biblia; está presente sólo en los católicos que no se acercan, que no van.
“El fideísmo en las personas que se dicen católicas está más presente, porque se cae en la superstición. La creencia exagerada en cosas “no legítimas” para la iglesia, devienen en eso”, comentó el religioso.
‘ESTAMOS FRENTE A UN DIOS MUERTO’
Por su parte el reverendo Víctor Vera, ex presbítero católico romano y que ahora dirige un templo anglicano, habló sobre la devoción de Cristo de la Capilla y de lo que refleja este tipo de manifestaciones a nivel cultural.
“Hay que recordar al gran filósofo de la sospecha, Nietzsche; quien dejó una de la grandes profecías para el cristianismo que dice “Dios ha muerto y nosotros lo hemos matado”.
Esta devoción popular por un Cristo Crucificado, llagado, con corona de espinas para provocar lástima y culpa tiene que ver mucho con esa frase.
“Mucha de la religiosidad en América Latina está promovida con muy buena intención, pero yo creo que con resultados no muy alentadores, porque estamos frente a un Dios que ha muerto.
“No hay otro país ni otro continente, con una devoción tan fuerte pero con problemas económicos, culturales, sociológicos, tan transcendentes y con grandes lagunas. Creo yo que por esta psicología que desencadena este Cristo.
“Aquí en Saltillo acude tanta gente a la Fiesta de Santo Cristo como se va la feria o un concierto de ‘La Trakalosa’ porque estamos frente a un Cristo ‘muerto’”.
“Los evangelios se escribieron para hacer referencia al Cristo que camina con el pueblo o como dicen los psicólogos hoy: a la conciencia crística o conciencia mística, que tiene que ver con una metamorfosis radical social de la convivencia humana. Y eso no lo vemos.
“La gente va a su devoción, echa su monedita: 5 o 10 pesos y se olvida de la fe y se duerme la conciencia. Por eso desde la clase media, baja o alta, dan su tributo y piensan que es más que suficiente. Y eso se traduce en que en la calle existe un desbarajuste. La fe no se ve en la calle.
UNA RELIGIOSIDAD BARATA
El religioso recordó que hay teólogos como el alemán Dietrich Bonhoeffer, que a este tipo de manifestaciones las llama “Gracia Barata”, contra la “Gracia Cara” que implica una trasformación.
“En México, cualquier arquetipo manipula las masas. A veces la religión tiene que ver mucho con la manipulación de las masas que no llevan plenamente a la conciencia.
El cura, en ocasiones, también entra en el juego para tener las iglesias llenas, porque ese es otro problema: las iglesias se están vaciando.
Dijo que a la gente que prevalece le tienes que dar sus recetas suavecitas para que se quede y sigan calentando la banca.
“No hemos llegado a una fe profunda. Ese México guadalupano, que tiene santuarios, y que no ve otro tipo de conciencia, ha llevado a que a la iglesia se le confunda con una empresa,” finalizó.