La guerra y la paz

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La guerra y la paz

Es complicado poner en un mismo enunciado la palabra paz y Coahuila. A Rubén Moreira, gobernador del Estado, se le hizo fácil. En la carretera 57, una de las más grandes del País, que conecta a la Ciudad de México con la frontera, Moreira colocó un espectacular con cinco palabras “Peña: Gracias por la Paz”. La verdad es que no nos habríamos enterados sino hubiera sido por el ciudadano Samuel Chacón que subió un video discrepando el agradecimiento, “¿la paz de dónde?”, se pregunta el coahuilense, “no comprendo cómo pueden agradecerle por una paz que no existe o Oaxaca, Michoacán ¿no son parte de México? [...] ¿El norte y el sur no somos uno mismo?, me da un chingo de coraje”. Lo escribo desde ahora, yo creo que tiene razón. 

Sin embargo, hay algo que hay que reconocer, en palabras del especialista en seguridad Alejandro Hope, sí han bajado considerablemente los índices de violencia: “en la Laguna sí ha habido una disminución importante en el número de homicidios y número de secuestros, eso es un hecho incontrovertible, y parte de eso tiene que ver con la intervención federal, pero ‘gracias Peña’ o ‘gracias Estado Mexicano’, quieren personalizar los logros pero no los fracasos”, señala Hope. También hablo con un periodista local y me dice que habría que verlo en perspectiva, porque sí, tal vez la zona pueda ser transitable –hace algunos años era un suicidio ir a Piedras Negras después de las 6 de la tarde– pero hay un elemento que podría quitar todos los agradecimientos: la impunidad. El Gobierno federal ha sido incapaz de decir una palabra de hechos atroces como los ocurridos en el penal de esta localidad donde ya está comprobado que, más que cárcel, era una fortaleza Zeta; o el asesinato de 300 personas en Allende. Habría que preguntarle a la gente que vive ahí si ya se puede hablar de paz. 

Del espectacular contratado y gastado, se trata de un protocolo gubernamental. El motivo de la visita del Presidente era la inauguración de un cuartel militar en la zona –partiendo de esto: si estuviéramos en época de paz, vendría a inaugurar una presa, una escuela o una fábrica, no un cuartel, pero bueno, perspectivas– donde no dijo mucho, habló de esfuerzos conjuntos por un mejor Estado en materia de seguridad, lo de siempre. 

Lo que sí es importante resaltar es que detrás de un pronunciamiento de paz hay una aceptación de guerra. Coahuila fue un campo de batalla, algo que nunca han reconocido los gobiernos local y federal. Tal vez con la presencia de este anuncio se mire para atrás y las víctimas de esta guerra sean tratadas como tal y no criminalizadas. Hay tanta justicia suplicada que con el paso del tiempo duele más la impunidad que las bajas. Una tragedia en espiral. 

@jrisco