La Grecia de los argonautas

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La Grecia de los argonautas

Navegando o caminando, en cada rincón de Grecia se respiran historias fantásticas. / Archivo
Grecia es, aún hoy, tierra de leyendas, donde se mezclan mito y realidad. Paseando por sus bosques uno encuentra el territorio de los centauros, en sus pueblos el recuerdo de sus héroes y en sus puertos, el punto de salida de todos los viajes épicos

MADRID.- Volos, una ciudad universitaria a la orilla del golfo Pagasítico, tiene un paseo marítimo muy popular repleto de tabernas, cafés y pequeños hoteles. En él está anclado, conviviendo con la Grecia moderna del día a día, el Argo, una réplica de la prodigiosa galera que Jasón y los argonautas utilizaron en su búsqueda del vellocino de oro.

Algo al oeste de la ciudad se encuentran dos importantes yacimientos arqueológicos. Uno de ellos es el de Diminí, un yacimiento del Neolítico tardío con restos de calles y casas ordenadas. A menudo se ha identificado este yacimiento como Yolco.  Según la mitología griega esta ciudad fue fundada por Creteo. El heredero legítimo del trono de Yolco era Esón, padre de Jasón, pero su hermano Pelias usurpó el trono y envío a Jasón en busca del vellocino de oro con la esperanza de que muriera en el intento y nunca pudiera destronarle.

Historia ¿vivida o soñada?
En Volos, es asignatura obligatoria sentarse en uno de los cientos de tsipuradikos que hacen famosa a la ciudad por su calidad, probar el tsípuro, variante griega del orujo, acompañado de mesedes, las tapas griegas, y recrearse en la historia que se vivió o se soñó en ese mismo lugar.

Cuando era niño, Jasón fue enviado a las montañas de Pelión para ocultarse de su tío. Allí fue educado por Quirón, el más sabio de los centauros que habitaban los bosques de hayas, nogales, castaños y, en las zonas más bajas, olivares. Quirón, que educó también a otros héroes como Aquiles o Teseo, era fundamentalmente médico, y se le considera el primer veterinario. Utilizaba las plantas medicinales de los bosques de Pelión, que aún hoy se utilizan como remedio casero.

La mejor forma de explorar estos bosques es a través de los pueblecitos que se encuentran entre el follaje, conectados entre sí por centenarios caminos empedrados, los kalderimia. Construidos para las mulas y perdidos con la llegada del asfalto, esta red de senderos ha sido recuperada para su uso por parte de vecinos y asociaciones que organizan caminatas, los limpian y señalizan. Pero si subir la montaña parece demasiado, hay otras opciones. To Trenaki, es un trenecito de cuatro vagones que recorre la montaña y conecta Ano Lejonia y Miliés, un pueblo de algo más de 600 habitantes, lleno de casas típicas de piedra y tejados de pizarra.

En su sombreada plaza mayor se encuentran las tabernas típicas y la iglesia de Agios Taxiarches. Un edificio pequeño, humilde y completamente blanco encierra frescos del siglo XVI de lo más pintorescos, con imágenes aterradoras del Juicio Final.

Si se llega a la zona en verano se debe disfrutar también de sus playas. En el Pagasítico, la zona de la península que enfrenta la isla de Eubea, se encuentran aguas tranquilas y playas grandes, perfectas para los niños.

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A la playa
Al otro lado, el mar Egeo baña las costas de Pelión, en calas escarpadas, de todos los tamaños, con sus aguas turquesas.

Algunas como la de Mylopótamos hay que alcanzarlas en barco o tras descender por una escalera de madera. A otras, como Potistiká, se llega directamente en coche. A pesar del fácil acceso nunca están superpobladas.

A diferencia de muchas playas de Grecia, en Pelión aún hay muchas playas públicas sin organizar, sin tumbonas ni bares en la arena.

Muchas playas de la zona cuentan con la certificación de la bandera azul y aunque es común la práctica de la acampada libre, hay socorristas.

Quizá un visitante inexperto pasee por los bosques de Pelión sin percibir la presencia de las ninfas, entre en sus cuevas sin escuchar los cascos de los centauros o se bañe en sus aguas sin pensar en todos los héroes que las recorren en busca de la gloria, pero la historia de la Antigua Grecia está ahí, y forma parte del presente y del futuro del país.