La figura paterna
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La figura paterna
Escribir sobre mi padre no es fácil porque nunca le ha gustado que se dé información personal sobre él, pero ha llevado una vida tan interesante y afortunada que les compartiré algunas pinceladas de su historia personal. Quizá con ello ustedes escribirán sobre el suyo.
Mi papá se dirige de usted, a mí y a mis hermanos, nosotros a él, le hablamos de tú. Se tutea con sus hijas. Eso ha ocurrido desde siempre. Aunque él es muy formal, comunicarme con mi padre ha sido siempre un camino al conocimiento y a la cultura. Habla varios idiomas, conoce de antropología, astronomía, historia y arte universal pero más sobre el planeta.
Por muchos años fue un hombre muy reservado y poco compartió de su vida. Ahora sé que de niño después de leer un libro sobre tesoros soñó con conocer la Amazonía lo que logró en su adolescencia y para ello tuvo que irse de su casa sin permiso.
Conoció a sus abuelos paternos y maternos. Los primeros eran norteños y le dejaron la enseñanza de que los varones deberían trabajar sin descanso fuera de la casa –a los cinco años acompañaba a su abuelo Juan Gómez Delgado a las faenas del campo-; y las mujeres quedarse en ella. Los segundos eran del Bajío y le enseñaron a soñar y a crear pues eran compositores y músicos, tanto ellos como sus bisabuelos paternos.
Me sorprende que tenga muy nítidos los recuerdos de su infancia temprana. Es muy preciso cuando comparte que pudo haber muerto en varias ocasiones, dos en su niñez y dos en su juventud. Siempre se ha sentido un sobreviviente, tal vez por eso valora tanto la vida.
Papá es un hombre delgado y varonil. Sin afeites ni cuidados especiales siempre tuvo una figura atlética lo que fue posible por las duras prácticas físicas que desarrolló en la Marina Estadounidense. Recuerda que sus 18 años de edad los cumplió sobre un buque mirando la Bahía de San Francisco, California, por ello tal vez vivimos un tiempo en ese precioso puerto.
Su vestimenta ha sido muy frugal: pantalones oscuros y camisas claras. De lo que único que se preocupa es de mantener el calzado limpio, el cabello recortado y su cuerpo aseado.
Celebro tener un padre como el mío, que está atento de lo pequeño y de lo grande que ocurre en sus hijos e hijas. La última vez que lo visité, me ofreció un gran vaso de jugo de naranja que preparó porque ya me esperaba. Y aunque este gesto parece una nimiedad no lo es pues él tiene 86 años de edad y está literalmente al frente de la casa pues mi madre tiene algunos años de haber padecido una embolia cerebral de la que se ha repuesto gracias al amor sin fronteras de un esposo atento a sus necesidades.
Los padres de carne y hueso existen más allá del mercantilismo y significan mucho más que un motivo para festejarlos en “su día” porque a los intereses mercantilistas no les bastó la figura materna para promover ventas y ahora también se han enfocado en ellos.
Aunque hay muchos ejemplos de padres sin ética que abandonan a sus esposas y descendencia, hoy hay mujeres que deciden que el hombre no existe, madres que deciden estar solas. Entonces los hijos crecen sin la figura del padre y son formados por madres teniendo como consecuencias una elevada incidencia en conductas antisociales, bajo rendimiento académico, deserción escolar, problemas emocionales, embarazos durante la adolescencia y un alto índice de drogadicción. El padre es una figura trascendente.
Hay información sobre el hecho que cuando el padre está presente en la familia hay un mejor desarrollo cognitivo en los hijos, pues se propician en ellos mejores relaciones interpersonales y habilidades académicas, así como una actitud propositiva ante la vida.
Mi papá es extraordinario. Ahora que es un anciano me conduele su vulnerabilidad pero me admira que siga siendo un hombre digno, que nunca tomó nada ajeno, -ni ideas ni dinero- y que es ejemplo de congruencia. En los últimos tiempos me ha dicho más sobre su familia. Me compartió textos entre ellos una novela que escribió su padre villista al que aún admira.
Pienso que los hijos varones debemos aprender a expresarle a nuestro padre que lo amamos. Si aún lo tenemos entre nosotros, hay que decírselo cualquier día del año.
Carlos GómezLos padres de carne y hueso existen más allá del mercantilismo y significan mucho más que un motivo para festejarlos en “su día”