La familia de Adán
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La familia de Adán
La historia de las enfermedades mentales es tan antigua como la humanidad. A Caín no se le ocurrió asesinar a su hermano Abel de repente. Primero fue la rivalidad, luego la envidia, después el odio y finalmente el asesinato. Pero ese no fue el final de una historia, Caín siguió viviendo perseguido por la angustia como cualquier enfermo mental.
Lo interesante de este relato tan escueto es que nos permite hacer algunas preguntas para entender una causa muy ignorada de la enfermedad mental de nuestros días: la dinámica familiar.
¿Dónde estaban los padres de Caín y Abel en todo el proceso de deterioro de la relación de sus hijos?, ¿su presencia era de complicidad con uno y de rechazo del otro?, ¿sobreprotegían a uno con sonrisas, caricias, alabanzas y reconocimientos, al mismo tiempo que al otro lo castigaban con el gesto, el reproche y las comparaciones injustas? ¿Estaban tan ocupados en sus quehaceres individuales, en sus obligaciones que ignoraban el rencor que crecía entre sus hijos? ¿Su presencia era tan ausente que no registraban las miradas de odio –o las consideraban “cosas de muchachos”- los pleitos y conflictos interminables, las conductas con que se agredían?
¿Cómo era la relación conyugal de Adán y Eva? ¿Seguían culpándose mutuamente de “haber perdido el Paraíso: su comodidad, su bienestar, su ‘calidad de vida’ de juniors de Dios que habían disfrutado? ¿Se complementaban para crear un ambiente propicio para la paz fraterna, el desarrollo de los talentos de cada quien, la responsabilidad y la colaboración de todos sin privilegios injustos?...
El crimen y la enfermedad mental de Caín fue el resultado de una “familia disfuncional” en la que esos padres –igual que hoy- son unos irresponsables que acusan a su cónyuge de todos los errores conyugales, paternos, educativos… de su ausencia de la vida familiar, de dedicarse a otros asuntos y abandonar –o dejar en manos de otros- la responsabilidad de construir la salud mental de su familia.
Los manicomios, las cárceles, los asilos, los orfanatorios, no son instituciones para “curar la enfermedad mental”, son para recluir a los “incurables”, a los que la sociedad considera “peligrosos” e “incontrolables”, o simplemente “incómodos” y su familia ya no los quiere. A fin de cuentas son una solución disfuncional porque no cura a nadie de una familia tan disfuncional que ya no quiere hacerse cargo de “su hermano Abel”.
Los psicofármacos tampoco son un tratamiento que “cure” al paciente “disfuncional”, solamente hacen llevadera la angustia y los síntomas con los que se manifiesta. Son una solución “de por mientras” que hay que tomar todos los días para tranquilizar la ansiedad o acelerar e desánimo. Apaciguan un rato al monstruo de la enfermedad mental.
A pesar de que la enfermedad mental es la causa principal de los problemas humanos; sin embargo, el avance científico de su tratamiento efectivo ha estado en pañales debido a que apenas hace 50 años se empezó a dar tratamiento a la familia por ser la primera causa de la enfermedad mental.