La etapa que sigue en el proceso
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La etapa que sigue en el proceso
Con el advenimiento de la democracia se generó una revolución que abrió las oportunidades de ser persona, tener salud, trabajo y educación a las mayorías marginadas por la clase monárquica que tenía el monopolio “absoluto” de esas oportunidades.
Sin embargo, este salto evolutivo incluye una miríada de problemas, retos, crisis de todas las clases que se puedan enumerar. La democracia es un proceso que nace en medio de los conflictos entre los privilegiados y los desposeídos. La nobleza de su ideal, el hacerla crecer, sobrevivir, resucitar y tener una estabilidad madura es una tarea de siglos (nada de milagros sexenales).
Una concepción ilusa y alucinada de la democracia consiste en atribuir la autoría del proceso democratizante a personajes con una sabiduría y astucia casi extraterrestres. Tal es el contenido de la publicidad durante el tiempo de las campañas políticas. Sus mensajes, denuncias, promesas y soluciones quieren hacer creer que los candidatos son los “constructores” de la democracia.
Nada más falso. Cada ciudadano es el verdadero albañil de la democracia y el autor de cada paso del proceso democrático. Ellos son los que con su trabajo hacen las (mejores o peores) escuelas para todos, las clínicas y hospitales (con las mejores o peores medicinas y médicos), los alimentos (más baratos o más caros), los empleos (mejor o peor pagados).
También ellos son los que permiten que su esfuerzo laboral se corrompa en enriquecimientos muy explicables, en tolerar una distribución injusta y privilegiada del patrimonio cultural, económico y laboral.
Los candidatos “pretenden” dirigir el proceso democrático. En la antigua monarquía disfrazada de democracia, los ciudadanos no participaban efectivamente en el proceso democrático porque no creían que ellos eran autores y responsables de gobernar el presupuesto, la salud y la educación. No tenían conciencia personal y social de su democracia.
Hoy podemos decir que la conciencia ciudadana ya no está dormida sino que está alerta y es crítica, participante y consciente de su poder democrático. Es capaz de gobernar mediante su denuncia ciudadana como la que ejerció Armando Castilla Galindo y la que está ejerciendo Ernesto Boardman Villarreal contra el abuso de autoridad y del presupuesto deportivo.
El progreso del proceso democrático actual se debe a que los ciudadanos se han dado cuenta de que ser demócrata ya no quiere decir tener el privilegio sexenal de votar, sino ejercer sin miedo el poder de gobernar todos los días junto con los demás ciudadanos y en favor de todos ellos.
Ya no se trata de elegir solamente a diputados o gobernantes o jueces que vayan a hacer lo que les dé la gana con el presupuesto, la salud, la educación, el campo y la industria, sino de gobernarlos para que “bene-ficien” a todos. Esa es la nueva luz que enciende la siguiente etapa del proceso democrático.