La Escuela Judicial: ¿excelencia o mediocridad?

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La Escuela Judicial: ¿excelencia o mediocridad?

Especial

Hace algunos años, la Fundación Konrad Adenauer organizó un viaje para conocer la educación jurídica en Alemania. Entre el grupo de juristas latinoamericanos me invitaron. En términos comparados, me demostró el porqué en México tenemos una mala justicia: no tomamos en serio la formación profesional de los juristas.

El viaje me ilustró la mediocridad. Llegamos al edificio del Reichstag, sede del Parlamento alemán, el Bundestag. Tres anécdotas valen la pena:

> Un compañero dijo: ¿por qué no tienen votación electrónica?

> El parlamentario señaló: no es necesario. Cuando hay duda, contamos los votos en forma presencial.

> Mi colega insistió: el tablero sirve para autentificar el voto del legislador, aunque luego nos bajan la luz el gobierno para hacer fraude.

> El alemán replicó: la tecnología la usamos para la gestión energética a favor del medio ambiente. Este edificio tiene una cúpula que permite ahorrar la electricidad. No la usamos para prevenir las malas conductas. Para eso es la educación.

La segunda está mejor:

> En el Tribunal constitucional, otro colega preguntó: ¿para garantizar la honorabilidad de los jueces, no aplican el polígrafo?

> El magistrado sostuvo: ni la Stasi en el régimen nazi lo hacía. Los jueces tienen una alta formación que les garantiza su profesionalismo. Los jueces corruptos se sancionan ejemplarmente.

El tercer relato. El alemán que nos llevaba a las reuniones estaba fastidiado por la impuntualidad latinoamericana. Me dijo:

> ¿Cuál es el reclamo ciudadano más común en Alemania?

> No tenía idea. En mi País, le dije, es la corrupción, la inseguridad y la pobreza.

> Me contesto: el retraso del tren. Mira como gritan los alemanes porque no llega a tiempo. Nos educaron para respetar el tiempo de los demás y para darle valor al nuestro. Nadie tiene derecho a quitarnos el tiempo.

Con ese viaje entendí que la buena educación jurídica garantiza una mejor justicia. Alemania, como cualquier país, tiene sus problemas. Pero entienden que las personas que se dedicarán al servicio del Derecho deben formarse de manera excepcional.

En México, las escuelas judiciales son muy mediocres. Unas se dedican a capacitar sin sentido. Hacen lo que se les ocurre. Otras quieren sustituir a las universidades. Creen que su misión es ofrecer, sin seriedad, títulos de maestría o de doctorado. Cuando el objeto de una buena escuela es formar a los jueces para luego permanentemente actualizarlos.

La Constitución establece la garantía de la excelencia judicial. En la propuesta de reforma federal se plantea la necesidad de garantizar una buena carrera para tener jueces más sensibles y profesionales. ¿Cómo se logra? Las escuelas judiciales son claves.

En ciertos países de Europa, el poder judicial tiene un gran prestigio. ¿Por qué? La carrera de la magistratura es lo más difícil. No entran improvisados. Deben pasar una oposición que les cuesta años su preparación. Cuando pasan el examen comienzan a trabajar con los jueces, pero deben ir también a la escuela a formarse. Su permanencia, promoción y ascenso depende de sus méritos. No de un padrino judicial.

El proyecto de formación judicial debe ser generacional. Los buenos jueces no se hacen de la noche a la mañana. Requiere que el poder judicial se tome en serio la fundación de una escuela que permita a los profesionales del Derecho acceder, en igualdad, a la vocación de la justicia.

En las manos judiciales se pone en riesgo los bienes y los derechos de las personas. La única garantía es que lo resuelva alguien imparcial, honesto y profesional. En gran medida, las escuelas judiciales velan por esos principios. La inversión en una buena educación evita mayores costos económicos, sociales e institucionales. La ignorancia judicial es muy cara.

A MANERA DE SENTENCIA

Podemos modernizar y tecnificar el servicio judicial, pero de nada servirá si al final de cuentas se recibe una justicia analfabeta. Cuando se entiende el valor de la formación profesional, se garantiza el éxito de una justicia confiable y creíble.

Debemos garantizar que lleguen a ser jueces los mejores. Esa es la idea a trabajar.

@LERiosVegaLuis