La escritora belga Amélie Nothomb presentó en Barcelona su nueva novela, “Pétronille"

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La escritora belga Amélie Nothomb presentó en Barcelona su nueva novela, “Pétronille"

La escritora belga Amélie Nothomb. Foto www.lefigaro.fr
Publicado en español por Anagrama, el texto, con momentos hilarantes, como una entrevista real de Nothomb a la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood, describe la vinculación que va estableciéndose entre ambas escritoras.

La escritora belga Amélie Nothomb presentó hoy en Barcelona (noreste de España) su nueva novela, "Pétronille", una historia de inspiración autobiográfica sobre la amistad etílica entre dos mujeres escritoras, porque "el gran tema de la vida es encontrar a alguien con quien beber".

Burbujeante, de negro riguroso como es habitual en ella, la autora belga no ha escondido que "Pétronille" existe y se basa en la escritora francesa Stéphanie Hochet, alguien muy particular, "una persona imposible", que discute con todo el mundo, incluidos sus amigos, y con la que se encuentra en una "situación de sumisión".

"Siento vergüenza por esta sumisión -confesó la autora- pero no va a cambiar y, aunque ella cada vez me exige más, como cuando me dijo hace unas semanas que había sido su cumpleaños y no la había invitado a caviar, no hay final posible. Existe una fascinación mutua".

El lector que se enfrente al último título de la aristocrática novelista descubrirá la relación que existe entre una escritora de éxito llamada Amélie Nothomb y otra más joven, Pétronille Fanto, de origen proletario y no tan conocida, y cómo se convierten en "compañeras de borracheras".

Publicado en español por Anagrama, el texto, con momentos hilarantes, como una entrevista real de Nothomb a la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood, describe la vinculación que va estableciéndose entre ambas escritoras, que llegan a dormir juntas en una misma cama, una completamente vestida, y la otra, enfundada en una "especie de pijama antinuclear japonés".

Vehemente, Nothomb defendió que el champán, "una bebida sublime", que sorbe a diario, incluso esquiando, no puede degustarse en solitario. "El gran tema de la vida -prosiguió- es encontrar a alguien con quien se pueda beber, porque no todas las personas están preparadas para hacerlo".

A su juicio, para ello es imprescindible "saber beber, que la otra persona te inspire simpatía y que sea de total confianza, alguien que no desvele todos los secretos de aquel momento, porque sería desagradable encontrarlos publicados en los periódicos del día siguiente".

"Pétronille" cumple todos los requisitos y por este motivo ambas llevan ya bastantes años encontrándose y hablando con una copa delante, nunca vacía, y viviendo algunas situaciones insólitas, plasmadas en la obra.

Para la escritora, en este libro "el champán es el estilo, una escritura ligera, inconsistente, noble", y no le ha importado explicar que sus días están muy divididos entre las primeras horas de la jornada, de las cuatro de la madrugada a las doce del mediodía, cuando escribe a mano y solo bebe té o agua, y el período que va de mediodía a medianoche, cuando ingiere esta bebida espumosa.

En su comparecencia, en la que ha vaciado dos copas de cava, también tuvo buenas palabras para este líquido, reconociendo que es la única "excepción" que se permite si no hay champán francés a su disposición.

La escritora también reflexionó sobre lo difícil y "fatal" que es la amistad entre personas que escriben.

En este sentido, explicó que, aunque intenta tener amigos entre los miembros del gremio, el trato es complicado, porque "hay rivalidades, celos" y concluyó que en 23 años de carrera, solo cuenta con dos amigos escritores.

Respecto a lo que piensa Stéphanie Hochet de la novela, Nothomb subrayó que nunca la hubiera publicado sin su consentimiento, y cuando le dijo que la iba a editar ella le contestó: "Por fin hablas de algo importante", aunque le recriminó que en una escena la hiciera aparecer orinando en la calle entre dos coches. "Pero es que eso ocurrió", reconoció, contundente.

Y admitió que no le importaría morir como Chéjov, quien antes de expirar su último aliento pidió una copa de champán. "¡Qué gran escritor!", proclamó.