La desigualdad estanca la educación en México

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La desigualdad estanca la educación en México

Pisos de tierra, bancas rotas cuando las hay, techos de lámina, paredes que apenas protegen de los rayos del sol o de la lluvia, pizarrones a la mitad, alumnos que sólo llegan si su trabajo en el campo se los permite o si la familia tuvo dinero para el pasaje de ida y de regreso…

Ésa es la realidad que muchas escuelas viven a diario en México. Lo sé bien, no solamente porque lo he visto durante mis recorridos por el País, sino porque lo viví cuando con poco más de 12 años tuve que dejar la secundaria para trabajar y poder ayudar a mi familia con los gastos de la casa; antes, durante la primaria, vi cómo mis compañeros, muchos de ellos descalzos, iban dejando la escuela por las mismas circunstancias u otras incluso peores.

Es una realidad que no leí en ningún libro, la aprendí por experiencia propia.

El pasado 6 de diciembre, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dio a conocer los resultados de la prueba PISA que se realizó durante 2015 en 72 países.

Los resultados que México obtuvo en esa prueba son poco alentadores, ya que en el promedio de los tres exámenes que la comprenden, obtuvo apenas 416 puntos –el promedio “aceptable” para la OCDE es de 490– ubicándose en el lugar 58 de 72, por debajo de países como Trinidad y Tobago, Chile, Uruguay, Canadá y EU.

Es de preocupar que a nuestros estudiantes no les vaya bien en los exámenes de matemáticas, lectura y ciencias que comprenden la prueba PISA; pero lo que más me preocupa, es que un gran factor que provoca estos resultados es la desigualdad que viven los niños y jóvenes en México.

De acuerdo con la prueba, que este año se centró en la materia de Ciencias, los estudiantes de mayor nivel socioeconómico tienen más posibilidades de alcanzar el nivel de competencia básico, lo que demuestra que hoy, el lugar y las condiciones en las que nace una persona determinan en gran medida el posible éxito que pueda tener en la vida.

No obstante las malas condiciones del sistema educativo nacional, muchos mexicanos han logrado superar obstáculos y salir adelante; pero siguen siendo más los casos de quienes se quedan atrás, sin acceder a mejores oportunidades de desarrollo, lo que impacta en la siguiente generación.

En un País en el que la educación básica está supuestamente garantizada por el Estado, esta desigualdad no debería existir, sobre todo tomando en cuenta que cada año se destinan cientos de miles de millones de pesos a este rubro.

Se ha puesto en marcha una reforma educativa que deberá ser perfeccionada y sobre todo aplicada sin aplazamientos. Pero al igual que las condiciones laborales de los trabajadores de la educación y los planes de estudio, es necesario trabajar para poner el piso parejo en la educación de nuestro país.
El objetivo es asegurarnos que sin importar dónde y cómo haya nacido, cada mexicano tenga la misma oportunidad de acceder a educación de calidad, en las mejores condiciones, para que pueda ser el autor de su propio destino.