La democracia sí se agota en tiempo de elecciones

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La democracia sí se agota en tiempo de elecciones

Lo deseable en las democracias es que los ciudadanos que las conformamos fuésemos democráticos los 365 días del año y no sólo en tiempos de elecciones. Es decir, que estuviéramos interesados y no le dejáramos a quienes nos gobiernan toda la responsabilidad del cuidado de la cosa pública –que por decenios se han mostrado incapaces de pelear–, sino que asumiéramos el rol que nos corresponde como sujetos de derechos y obligaciones.

El mejor ejemplo lo tenemos por estos días. Pareciera que los más evidentemente influenciados por los medios, que aprovechan la temporada, se volvieron especialistas en el tema electoral, no en el tema político. Seguro estoy que pasando las elecciones difícilmente hablarán del tema, por supuesto, en el entendido que lo único cierto en México es la política y la lucha libre. Con todo respeto para quienes la practican.

Y señalo lo electoral porque una buena parte de la población opina sobre el tema sin haber hecho un análisis al menos somero, sólo porque los analistas en la tele, sus influencers favoritos, los youtubers con sus inobjetables preferencias y sesgos les hacen acreditar y desacreditar con una ligereza tal a quien no es de sus simpatías; que sin haber investigado poco, al menos un poquito, canonizan y condenan. Son comentarios y opiniones de temporada.

Igual que los medios que hoy exageran con el tema, porque evidentemente da recursos a chorros, y después de un mes de bombardeo por todos lados y particularmente cada que usted enciende la radio o el televisor se ve lo lamentable de las campañas. ¿De dónde cree usted que han venido los recursos de los que se han alimentado los emporios de comunicación? Sus mejores clientes no son las empresas o los prestadores de servicios, son los gobiernos.

Coraje, odio, envidia, desacreditación y descalificación de unos contra otros es lo que respiramos un día sí y otro también. Cuanta toxicidad. Spots, entrevistas, comentarios sin memoria histórica, donde hoy critican lo que en el pasado hicieron, es la metodología que utilizan apostándole completamente a la víscera, al sentimiento, a la emoción y a la necesidad de las personas.

Los partidos mayoritarios, los que hoy no son gobierno, se han olvidado que el electorado no los eligió por el buen papel que hicieron en su momento, sino por todo lo contrario –por supuesto, incluyendo a quien manda en este momento– infravalorando la inteligencia de los votantes, ¿los veremos con el mismo ahínco después del 6 de junio? Dificulto.

Con toda seguridad se echarán a la hamaca y sus departamentos de educación cívica tendrán unas largas vacaciones hasta nuevo aviso, perdón, hasta la nueva elección, porque su trabajo es meramente situacional. ¿En dónde quedaron los candidatos de la elección anterior, la presidencial, la estatal o la municipal?

La premisa “la democracia no se agota en tiempo de elecciones”, que es una realidad, en nuestro País no opera. El agotamiento de la ciudadanía con estas campañas que acaban cansando y agotando a las mayorías, son una prueba de la falta de creatividad y de imaginación que hoy la mayoría de los partidos tienen. Bravucones de barrio bravo, sin ofrecer ideas y propuestas que propongan la construcción de una nueva sociedad. ¿O a poco está contento con lo que ve en los medios?

¿Qué es lo que les interesa? A parte de las grandes sumas que otorga el Instituto Nacional Electoral (INE) para que los partidos usen en las campañas –7 mil 159 millones de pesos en 2021– y que sale de nuestros bolsillos, priva el interés personal y el de grupos de interés que redundará en apoyos, facilidades, gastos de representación y mucho dinero discrecional que parará en los bolsillos de quienes nunca tuvieron gastos de inversión. No nos merecemos los ciudadanos mexicanos tanta mezquindad, dispendio y falta de imaginación de quienes hoy con tanta ligereza piden nuestro voto.

¿El problema? No ser ciudadanos los 365 días del año. Escogeremos en esta jornada electoral cerca de 21 mil servidores públicos. Mínimo un poco de información y conciencia sobre la decisión que tomaremos. Sin lugar a duda, toda esta cantidad exorbitante de información que nos recetan día tras día, desde abril y más lo que falta, tiene como consigna impedir que seamos libres, autónomos y racionales para elegir a quien nos dé la gana elegir.

Como lo han visto, los que ahora se golpean hasta con la cubeta, con toda seguridad –si los vientos les son favorables– mañana brindarán juntos, puede verlo en las alianzas porque lo que a ellos les interesa es permanecer dentro de la nómina del erario. Efectivamente, la democracia no se agota en tiempo de elecciones, pero pareciera que hay una cierta intención de que nos cansemos y agotemos en la forma en como percibimos la misma. Así las cosas.