La defensa de Rayados
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La defensa de Rayados
La defensa de Rayados presume una evidente mejoría. Ha levantado el piso de garantía, pero no necesariamente ello significa que siempre defiende bien. El rival cuenta; el portero y la suerte, también.
Pero en líneas generales el fondo de Monterrey ha logrado algunos avances y ello ha sido facilitado, claro está, por el modelo de juego que ha diseñado Mohamed. Una defensa con cuatro hombres supone ser una barrera de contención mucho más práctica y efectiva que la trillada línea de 5.
Rayados supo jugar en el semestre anterior con defensas superpobladas que sólo abonaban a la inestabilidad. Montes, Osorio y Basanta muchas veces han coincidido como centrales, pero a la luz de los resultados no han ofrecido grandes soluciones.
Pararse con cinco atrás es una falsa sensación de seguridad que a su vez, inconscientemente, contrae al equipo y obliga a éste a ser más longitudinal cediendo esencia, firmeza y poder de reacción. Puede ser un recurso bajo ciertas circunstancias, sí, pero tatuarlo como sistema se corre el riesgo de asumir costos indeseables.
Mohamed se ha dado cuenta que la abundancia jugadores en lugares innecesarios en una defensa numerosa no era redituable. Era más bien un desperdicio, porque escaseaban futbolistas en otros sitios más útiles y el equipo acusaba un perfil asimétrico con grandes distancias por recorrer y fomentaba el pelotazo.
El tridente Cardona- Pabón-Funes Mori, de hecho, venía jugando a su ritmo, pero aislados dentro de un Rayados cortado en dos pedazos desiguales. Los de arriba cumplían y a los de atrás los atoraban. Bajo este régimen, Monterrey se expuso siempre a los golpes, y los aciertos ofensivos nunca alcanzaron a compensar los desajustes defensivos.
Ahora bien, con el arribo del uruguayo Sánchez, Mohamed refundó al equipo y lo hizo más rocoso, equilibrado y sostenible en un todo. El técnico ha intervenido sobre los efectos y ha conseguido que un funcionamiento menos individual y más colectivo determinara y organizara a cada una de sus líneas.
Rayados ha ganado mucho con el 4-3-3, más de lo que se suponía. La zona de volantes –Sánchez, Gargano y Zavala o Ayoví- se ha convertido en un filtro superlativo que ayuda en los dos frentes: apoya y tiene profundidad al atacar, y se encoge coordinadamente para anestesiar las jugadas rivales antes de que lleguen a la garganta de los zagueros.
Todo ha influido para que hoy la retaguardia albiazul palomee algunos progresos: ya no se refugia tanto junto a Orozco, no se complica con movimientos de marca confusos esperando sobre el receptor y asume riesgos con un achique programado para consolidar un bloque hacia adelante.
Esto último permite una recuperación rápida sobre campo adversario y estimula la posesión y la generación del juego. Un Osorio adelantado para sumarse como eslabón de ataque en el segundo gol de Rayados a Dorados, explica la nueva tendencia del equipo.
Monterrey hoy ensaya la fórmula más utilizada en el futbol mundial, la de defensas y ataques globales sin ser independiente una de otra. El equipo ha pulverizado ese muro imaginario que lo dividía en dos y ha tomado otras decisiones más acertadas en favor de la solidez.
Rayados no está en lo alto de las posiciones de casualidad, sino por ejercitar un plan más coherente trazado desde atrás hacia arriba: ya no se desespera por defender más, más bien se preocupa por hacerlo mejor y aportar al conjunto. Definitivamente, el principal embrión del cambio.