La cultura de la cancelación

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La cultura de la cancelación

Un grupo de intelectuales, académicos y artistas de diferentes países han publicado una carta (https://bit.ly/3fi9hPw) en la que se manifiestan en contra de una forma de intolerancia que se ha instalado en el espacio público mundial, y que proviene de los movimientos que, paradójicamente, reclaman tolerancia para sus causas. El necesario reconocimiento de esas luchas, señalan los firmantes, "ha intensificado un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar nuestras normas de debate abierto y tolerancia de las diferencias favoreciendo el conformismo ideológico". Rematan la carta abierta dando la bienvenida a la búsqueda de justicia y rechazando los medios y métodos que pretenden la cancelación del otro.

Una gran exasperación se ha generalizado entre individuos y grupos que luchan en diversos frentes: derechos humanos, discriminación de género, de capacidades, de condición social, nacional o migratoria, feminismo, multiculturalismo, etc. En inglés hay una expresión que los engloba y que se usa poco en nuestro idioma: social justice warriors o "guerreros de la justicia social". Al principio se usaba para denostar a los activistas de estos movimientos, pero se ha naturalizado en el léxico ordinario. Mucho ha tenido que ver con esta exacerbación de las actitudes políticas la ofensiva de la derecha estadounidense contra las causas más diversas. Steve Bannon y su agencia Breitbart, son ejemplo de los bastiones de esa ofensiva que atizó el furor de las turbas nazis, antisemitas y de supremacistas blancos que apoyaron la campaña de Donald Trump en 2016 y que campean con sus pares por el mundo esparciendo discursos y actos de odio de la más diversa índole. En esta misma base de apoyo Trump ha iniciado su campaña electoral en 2020.

Las luchas por causas progresistas se habían desarrollado en ambientes más tolerantes en etapas previas, como las presidencias de Clinton o de Obama —e incluso de George W. Bush—, la Europa pre secesionista y el ciclo de gobiernos de centro-izquierda en América Latina. Sin embargo, los ataques cada vez más frecuentes y virulentos de la derecha a las reivindicaciones de la población negra e hispana, a los migrantes, a las feministas, a las demandas de homosexuales y transgénero, cobijados en Estados Unidos por una marea republicana alarmada por el avance de esas reivindicaciones han dado pie a una reacción igualmente iracunda de muchos grupos ofendidos.

Algunos de estos grupos y tendencias, para los cuales la tolerancia es fundamental, han violentado principios intrínsecos a su exigencia moral al usar las mismas armas que su enemigo utiliza en su contra: el vituperio, el racismo invertido, el fundamentalismo de género y un sinnúmero de modalidades de símbolos, discursos y prácticas estigmatizadoras. Una de las fuentes de legitimación de estas prácticas proviene de la izquierda radical que ha restaurado dos fundamentos del marxismo-leninismo en que se fundamentaron tanto Stalin como Mao: la certeza de poseer la razón absoluta en su lectura “científica” de la sociedad y la seguridad de que esa "ciencia" explica fuerzas inmanentes que nos conducen a un futuro predeterminado por ellas. De esta forma, la "razón" en la que se funda la causa se transforma en absoluta e indiscutible (en algunas jergas muertas se le denominaba "razón objetiva"), por lo que no admite refutación, sino aceptación o rechazo. Traducida a la política, esta cultura de la cancelación lleva al callejón —sin salida civil y pacífica— del enfrentamiento amigo-enemigo, es decir, al conflicto irreductible.

@pacovaldesu