La cuestión generacional

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La cuestión generacional

La coexistencia de cuatro o cinco generaciones en el ámbito laboral no sería un problema si no fuera porque en algunos casos sus diferencias son tan marcadas que pueden llegar a representar una amenaza para la continuidad del negocio y un detrimento al ambiente laboral:
Tradicionales. Tienen más de 65 años, nacidos y criados antes de la Segunda Guerra Mundial, crecieron convencidos que todo pasaba por ocupar un buen puesto en una gran empresa, trabajar muy duramente, ir avanzando posiciones hasta los niveles más altos y mantener su lealtad hacia esa firma hasta la edad del retiro. Como empresarios o gerentes, tienen un fuerte sentido de la autoridad y el orden, no abrazan fácilmente la causa de la globalidad y ven con desconfianza a aquellos que se mueven en el mercado laboral saltando de empresa en empresa para procurar una mejor posición.

Baby boomers. Los nacidos durante la segunda posguerra y los primeros años de la Guerra Fría. Hoy tienen entre 46 y 64 años. Hijos o hermanos menores de los tradicionales, convivieron y acompañaron todos los procesos de rebelión y renovación que vivió el mundo en los años 50 y 60. Los hippies, el flower power, el rock and roll, la guerra de Vietnam, las luchas por los derechos civiles y la Guerra Fría constituyen hitos que marcaron sus vidas y su personalidad. Comparten con los tradicionales la preferencia por la permanencia en grandes empresas y la vocación por competir y sobresalir de la mano del esfuerzo personal (de ahí que su coexistencia nunca fuera conflictiva). Son quienes hoy en día ocupan los más altos puestos en las grandes corporaciones y Gobiernos, pero están envejeciendo y siendo reemplazados por los de la generación X.

Generación X. Los nacidos entre 1965 y 1980. Criados en medio de serias crisis sociales, económicas y políticas, esta generación creció entre la desconfianza y la desesperanza, convencida que nadie, ni gobiernos ni empresas, podrían proveerles la seguridad y medios para alcanzar sus propósitos personales. Suelen cambiar de trabajo con más frecuencia que sus mayores porque prefieren mantener su independencia. No le encuentran sentido a dedicarle sus vidas a una empresa y de ahí que la palabra “lealtad” tenga para ellos un significado diferente. En materias de premios, prefieren tener más tiempo libre para sus cosas personales antes que recibir bonificaciones en dinero, y en el balance vida social/vida laboral, la primera siempre tiene prioridad.

Millennials y generación Z. Son los chicos que hoy tienen hasta 30 años. Crecieron en un mundo caracterizado por eventos trágicos y aleatorios, tales como tsunamis, terremotos, pandemias y ataques terroristas. Son los primeros nativos digitales y viven permanentemente interconectados. Les cuesta pensar en forma lineal y seguir razonamientos en secuencias, ya que su mundo es el internet y el hipertexto, con el que saltan de un tema a otro sin concentrarse en ninguno en particular. En las reuniones podemos verlos chateando con sus smartphones y son capaces de atender varias cosas a la vez. No sienten un alto grado de lealtad por las empresas para las que trabajan y suelen demandar satisfacción inmediata bajo la forma de promociones y entrenamiento. Si el trabajo llegara a entrar en conflicto con sus vidas personales no dudarían ni un instante en renunciar y buscar otra cosa. 

Usan la tecnología como un medio para interactuar e informarse y prefieren esto a la interacción personal con sus jefes y colegas. Son impacientes y comparten con la generación anterior su desconfianza, y posiblemente también el miedo, hacia un futuro que aparece como impredecible y sombrío. Con pocos años de diferencia, las generaciones vienen marcadas de características muy distintas, como si la humanidad fuera desechable y el avenimiento de mejores cosas una constante, que de ser posible adelante y a dar paso a las generaciones, a fin de que hagan de este mundo el mejor posible.