La cuadripléjica Alana Swagerty y su invitación a sonreírle a la vida
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La cuadripléjica Alana Swagerty y su invitación a sonreírle a la vida
Desafortunadamente, no pude terminar mis estudios, pues me fue diagnosticada la enfermedad Mielitis Transversal”. Así empieza esta joven un video en el que cuenta su historia. Cinco minutos en los que transmite, no sin algunos momentos de emoción, la pasión que le mueve a seguir viviendo a pesar de quedar cuadripléjica por el resto de su vida.
De San Diego (Estados Unidos), Alana es una joven llena de entusiasmo y de pasión por la vida. ¿Y qué es lo que más la distingue? Su eterna sonrisa: una que no ha cambiado a pesar de que desde hace cinco años ya no puede correr, bailar o abrazar a sus amigos. Pero, ¿qué fue lo que pasó? Una mañana, Alana se levantó con un dolor en el cuello: “Al sentir el dolor, me empecé a preocupar. Caminando confusa hasta la sala de casa, me acosté en el sofá… y ya no pude mover mis brazos.
Cuando vinieron los demás a verme, ya no podía mover ninguna parte de mi cuerpo”. Fulminante y veloz. En menos de dos horas, Alana se convirtió de ser una adolescente sana en una joven en silla de ruedas. Visitó 64 hospitales en seis meses en todo California: desde San Diego a Los Angeles.
Se lanzó una campaña de recaudación para poder tener una silla de ruedas con el aparato respiratorio incorporado y para reconstruir parte de su casa, de manera que pudiera ser accesible para Alana.
En fin, un calvario que, sin embargo, sólo ha llevado a Alana a agradecer este período con mayor fuerza: “Ese capítulo ya se terminó. Ahora comienza uno nuevo: un capítulo diferente”, dice ella.
Y el pistoletazo de salida lo da su estancia en el Valhalla High School, en donde reinició sus estudios. Ahí, los compañeros, que primero la veían con curiosidad o piedad, ya no pudieron separarse de ella.
“Cada día viene a clase con una sonrisa”, dice April Ramirez. “Me encanta venir al colegio, pues ella lo hace todo divertido”, comenta Stanley Shamon. Y Sean Sotell refleja el sentimiento de cada alumno y profesor: “Es una inspiración tremenda para todos”. Sí, para todos. Incluyendo el Dr. Er-kai Gao, que luchó por salvar su vida: “estoy realmente impresionado, pues ella no era capaz ni de decir mi nombre cuando la vi”.
Pero ahora no sólo puede hablar, sino que, a base de una rehabilitación que le cuesta la vida entera, Alana lucha por mover un dedo, un hombro o incluso una pierna. Pero, ¿cuál es su sostén? Ella misma lo dice: “Mis padres, que son unos ángeles”.
Pero no sólo ellos: tiene toda una armada celestial que le cuida, que reza por ella, que se preocupa. Y, justo por eso, Alana no puede sino dar gracias por su enfermedad: “Si no me hubiese enfermado, nunca hubiera conocido a estas personas. Valió realmente la pena enfermarse con tal de poder conocerlas”. Unas parejas preguntaron una vez a la Madre Teresa de Calcuta qué les aconsejaba ahora que estaban por comenzar su vida matrimonial. Ella les contestó con sencillez: ”Sonríanse unos a otros”. ¡Cuánta sabiduría en tan sencilla frase! Y efectivamente así es. ¡Cuánto puede hacer una sonrisa! Se puede llegar tan lejos. No sé si lo has experimentado alguna vez.
Piensa un momento en tu día cotidiano y nota cuántas situaciones se te presentan para regalar sonrisas: cuando te dan el paso, cuando te dan los buenos días, cuando compras algo en una tienda, incluso cuando alguien te ofende; todo momento es una situación que se ofrece para sonreír, pues esa es la gran respuesta que podemos dar.
Y hay que prodigar esta sonrisa a todos: al que vende el periódico en las esquinas, al niño que grita después de meter un gol, a mi esposo o a mi esposa, a mis padres y a mis hijos, al que se acerca a pedir una limosna.
No cabe duda que esa sonrisa es muchas veces el mejor don que puede brindarse. Muchas veces nos preguntamos qué podemos hacer para mejorar nuestro mundo. A mí se me ocurre que empecemos por regalar sonrisas por doquier, acariciando el alma del que está a nuestro lado. Hoy más que nunca hay que lanzar el apostolado de la sonrisa.
Con una voz rasposa, traída a los oídos de los demás con el eco del aparato de respiración que lleva incorporado, Alana también nos hace esta invitación, que es el lema de su vida: “Sonríe. Siempre sonríe. Y no importa qué te pase, toma cada día tal como te viene. Y aunque estés en las peores condiciones, no des nada por supuesto en tu vida. Siempre sonríe”. P. Juan Antonio Ruiz, LC Con tinta de esperanza/ Twitter: @PJuanRuizJLC Por: Juan Antonio Ruiz