La cosa pública
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La cosa pública
La política y la ciudad tienen un mismo origen, no sólo en lo que toca a la etimología (“polis”: ciudad, en griego; “civis”: ciudad, en latín, de donde viene civil y ciudadano) y ambas se refieren a la idea de que política es la participación de las personas que viven en la ciudad para gobernarla y orientarla. En este sentido todos deberíamos participar en el gobierno de Saltillo y de Coahuila. De hecho hay otra palabra que también llegó de la Roma clásica que es “res pública”, es decir, cosa pública, que formó la palabra república. Esto para señalar a nuestros gobernantes que las decisiones que tocan nuestros intereses deberían ser tomadas por todos y no por unos cuantos cuyos intereses particulares son evidentes.
Lo anterior viene a cuento porque vemos cada día en los medios de comunicación las desviaciones evidentes de nuestros políticos. En esta ocasión me referiré a las autoridades federales dejando de lado a las locales (¡no le saques!, me dirán, pero todo tiene su momento, les diré).
Desde el día en que “El Chapo” se fugó supimos que algo andaba mal. Primero, el Presidente estaba de viaje en París y allá él y su señora se daban la gran vida rodeados de 400 mexicanos invitados ¿por Francia?
Lo que no checaba era que con Peña Nieto estaba Osorio Chong, contra toda lógica y contra el reglamento.
¿Qué sucedería si el Presidente muere en el viaje?, su segundo toma el relevo de inmediato. Pero no, no podía perderse una ida a París en los mejores hoteles y gozando de las delicias de su cocina.
“El Chapo” salió sin mayores molestias.
Lo que sucedió inmediatamente muestra algo que no tiene otra interpretación que la estupidez: en vez de cerrar toda el área, lo que hicieron fue contaminarla. Si al reo lo llevaron en un carrito sus rastros fueron borradas por 100 vehículos; el túnel recibió a todos los que querían aparecer; la misma Procuradora contagió la casa poniendo sus huellas; custodios bajaron por la escalera, y etcétera. Todo indica que querían borrar todo vestigio y lo hicieron. Ahora la señora impuesta por Televisa encarceló a quien se le puso enfrente para acallar las voces que la colocan entre los posibles culpables, especialmente en los Estados Unidos.
Dígase lo mismo, hablando de políticos, acerca de la lucha a muerte contra la CNTE. Durante un año estuvieron apoyando con dinero a ese sindicato, azuzándolo para que hiciera pedazos el orden vehicular en la Ciudad de México.
Les permitieron todos los desmanes (o se los sugirieron) hasta que la gente los odió. No hicieron nada las autoridades cuando los niños de Oaxaca estuvieron ocho meses sin clases. Y ahora Aurelio Nuño le baja el día a los maestros que faltaron “en defensa de los derechos de los niños”. ¿Cómo se explica entonces que Osorio Chong no haya hecho nada en el año y medio que esos mismos niños no importaron al Gobierno?
Viene a cuento (siguiendo la idea de que la polis es nuestra), (y por tanto la política…) el misterio del inefable idiota que puso Peña Nieto al frente de una comisión anticorrupción al que, en forma de broma, le dijo “acuérdate que soy tu jefe”. Ahora nos enteramos de que en Colombia le entregaron un premio a Carmen Aristegui por haber sacado a la luz el asunto de la Casa Blanca, que fue el encargo que tuvo “el innombrable” declarando que no había ningún conflicto de intereses.
En resumen: tendremos que cambiar de vocabulario porque las palabras ya perdieron su significado y esto es una tristeza. Sin embargo podríamos adoptar la idea del historiador Eric van Young: “las palabras significan lo que significan, pero también pueden significar otras cosas”. Porque si nos atenemos al diccionario encontraremos todas las definiciones pero no su correspondencia con la realidad, no, al menos, en la política mexicana. ¿Qué significa corrupción, impunidad, dolo, moche, mordida?
Antes dije lo que era la política para los griegos y la ciudadanía para los romanos, pero eso no encaja para los mexicanos. La certeza de las palabras no la da el diccionario sino la práctica, una práctica de muchos años que inició con Miguel Alemán y no se ha detenido sino que se ha apoderado de la cultura y en la que participan gran parte de los políticos y una parte de los ciudadanos.