La cobertura de un reto titánico

Usted está aquí

La cobertura de un reto titánico

Batallé mucho en entender lo que decían los actores de “Los Empeños de una Casa”. Ya empezamos mal. Carajo.

No fue una mala experiencia, por el contrario, lo disfruté mucho una vez que le agarré el hilo —como a los 20 minutos de empezada la obra— pero considerando que ya me he metido en camisas de once varas por dar mi perspectiva sobre el teatro quiero irme con tiento, aunque haya fallado en esa introducción.

Como a ningún otro producto artístico le di yo cobertura de la manera en que lo hice con este montaje. Mi trabajo suele reducirse a la nota del evento en sí —estreno de obra, inauguración de exposición, presentación de libro, conferencia— con alguna eventual entrevista previa al protagonista.

En este caso, desde que comenzó la producción a finales del año pasado yo estuve al pendiente de ella. Platiqué con Jorge Ballina y a través de su trabajo con el equipo de Luz del Norte comencé a familiarizarme con las intenciones del montaje de Mabel Garza.

Ya no sé cuántas veces hemos repetido tantos medios que esto se realizó para celebrar los 40 años del Teatro de la Ciudad, como un reflejo de su inauguración en la que también se presentó la puesta.

Sin embargo, Mabel no se iba a conformar con traerla de vuelta tal como siempre ha sido, una obra barroca, sino que se planteó el reto de hacerla contemporánea.

Cuando platiqué con Ballina fue una de las preguntas sobre las que giré la entrevista. Es común ver clásicos despojados de su esencia en aras de su modernización y yo me cuestioné si era posible con Sor Juana.

Luego en enero tuve la oportunidad de conversar con Jaime Hinojosa y Sara Ovalle de Mezquite Danza Contemporánea, además de la propia Mabel y algunos miembros del elenco durante un ensayo —precisamente de la escena del DJ, que a muchos no les pareció—. En esa ocasión ella me explicó los pormenores de su plan. Cómo mantendrían intacto el texto original, rompiendo el verso y dotando a cada personaje de una particular personalidad.

Esto quedó reforzado al conocer a Estela Fagoaga, quien aseguró que en su asesoría para el diseño de vestuario delimitó las piezas en conceptos acordes con cada uno de los miembros del reparto, resaltando dichas características y sus roles en la obra.

Llegó la rueda de prensa para anunciar los festejos del Fernando Soler y nuevamente le dediqué otra nota. Y seguía sin poder imaginarme cómo sería el resultado, pero con la información recolectada confiaba en que sería un producto de calidad.

Este jueves pasado por fin se estrenó. ¿Fue lo que alcancé a imaginar? No, fue mejor, pero no perfecto.

Tanto en la escenografía como en el vestuario se notó la mano de quien estuvo detrás y la calidad que imprimieron y la asesoría que Ballina y Fagoaga dieron a los artistas permeará en otras obras.

Pero el audio, fundamental en una obra cargada de palabras poco conocidas y expresiones y metáforas atrevidas, falló demasiado. El Teatro Fernando Soler no tiene la acústica adecuada y los micrófonos ambientales en lugar de resaltar las voces de los actores crearon ecos que impidieron escucharles adecuadamente.

Esto no habría sido problema si se tratara de la primera función en una temporada, pero fue la única.

Nunca olvidaré la frase “el teatro es un arte vivo” y cómo coincidí con ella cuando, al ver por segunda vez “Perros Contradictorios Devoran mi Cadáver” —también dirigida por Mabel—, semanas después de su estreno, me encontré con un producto más maduro, más rico, que disfruté mucho más.

Los actores ya no estaban actuando, se estaban divirtiendo dentro de sus papeles sobre el escenario. Y eso mejora todo.

Espero que con “Los Empeños de una Casa” podamos en el futuro ver eso mismo. Porque aunque muchos gratamente volverían al teatro sólo por los personajes y la química entre Juan Antonio Villarreal y Martha Matamoros, si se le permite a esta puesta, no sólo corregirá los errores técnicos, nimiedades ante otros factores que pudieron mermarla y no lo hicieron, sino que permitirá a los otros miembros de su elenco sacarle el máximo jugo a su interpretación.