La chuza de Riquelme

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La chuza de Riquelme

PRIMER ACTO

Miguel Riquelme toma la bola de madera con los colores de la bandera mexicana desvanecidos. Frente a él, hay una pista de madera; al final, 10 bolos esperan ser derribados. Cada uno tiene el rostro de un feliz político o de un partido político en campaña.

Miguel visualiza el campo que recorrerá la bola. Se para a varios centímetros de la línea final. Mantiene su brazo recto y hace el efecto gancho durante el lanzamiento. La bola avanza –con chanfle– y derriba los diez bolos: ¡chuza de Riquelme!

Cae Marcelo Torres y su ilusión de ser gobernador, porque como aseguran sus mismos asesores: ni refundando el PAN lo lograría. Cae Armando Guadiana y su emoción por jugar a la política desde su niño interior. Cae Luis Fernando Salazar Fernández impersonado como “chido” al ritmo del cumbión “Vato Loco” de “los Chicos de Barrio”.

Cae Claudio Bres –en Piedras Negras– sin tocar su corazón priista embadurnado de chocolate fifí, pero morenista. Cae Jorge Zermeño, vestido de rockero de los años cincuenta, al ritmo de “Hound Dog” o “Perro de Caza” de Elvis Presley.

Cae Antonio Attolini y su baile del “Oso Polar” en el Distrito Colón de Torreón, con sus lágrimas de cocodrilo incluidas, cuando conmovido miró su nombre en la boleta electoral y se sintió –por ese instante– prócer de la democracia. Cae Lenin Pérez, líder moral de la Unidad Democrática de Coahuila; partido estatal heredado por su padre. Y su grito es aterrador: “no te preocupes, papi, que mi transfuguismo –u oportunismo– político no provocará que perdamos el registro. ¡Te prometo!”.

Cae Reyes Flores Hurtado, megadelegado morenista, por su incapacidad para traducir en votos la relación entre programas sociales (y carretadas de dinero), militantes y simpatizantes de Morena.

Caen dos de tres partidos satélites de Morena por no alcanzar el 3 por ciento de votación: Redes Sociales Progresistas y Partido Encuentro Social.

SEGUNDO ACTO

Esta chuza riquelmiana en Coahuila contrasta con la debacle del PRI a nivel nacional: de las 15 gubernaturas en disputa no ganó una. Perdió las ocho gubernaturas que tenía; de 44 millones de personas que gobernaba pasó a gobernar 27 millones en cuatro estados: Oaxaca, Edomex, Coahuila e Hidalgo. En diputaciones federales, el PAN alcanzó el 18.2 por ciento de las mismas; mientras el PRI el 17.7 por ciento.

El PRI, entonces, pasó a ser la tercera fuerza electoral del País.

TERCER ACTO

Miguel Riquelme toma la misma bola de boliche en sus manos. Los pinos de la pista nacional están de pie. Miguel se apresta para lanzarla con tiro directo.

Va por su segunda chuza; el pino delantero, tiene el rostro sonriente de Alejandro Moreno, presidente del PRI.

@Canekvin