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La Cayenne Coupé es un método infalible para sentirse vivo
Una de las sensaciones más comunes después de aterrizar de un vuelo que supera las 10 horas es la de pereza y aletargamiento en los planos de lo físico y lo mental.
No sabría decir si es el hecho de pasar tanto tiempo en un asiento o si es la alteración de los horarios lo que genera que, una vez salido del aeropuerto de Stuttgart, me sienta con una especie de gripe sin síntomas.
La agenda que Porsche nos hizo llegar con días de anticipación indica que tan solo un par de horas después de pisar suelo alemán, tendremos a nuestra disposición las variantes Turbo S y Turbo S E-Hybrid para saber cómo se conduce la nueva Cayenne Coupé.
Un regaderazo de agua fría y un café fracasan como solución para la modorra y salgo del hotel con el objetivo de manejar la versión Turbo S E-Hybrid con más cuidado que entusiasmo.
Este modelo utiliza una de las muchas interpretaciones de lo que se conoce como motor híbrido, pues su configuración más allá de ser pensada para un ahorro de combustible, favorece a un desempeño aún superior al de su símil de gasolina.
Esto se debe a que combina el uso de un motor V8 twin-turbo de 541 caballos de fuerza con un propulsor eléctrico que le otorgan a esta versión un total de 670 caballos de fuerza con cifras de desempeño descomunales como la capacidad de alcanzar los 100 kilómetros por hora en solo 3.6 segundos.
Solo se necesitó la incorporación a una de las vías principales de Stuttgart para darme cuenta que no me encontraba a bordo de un auto cualquiera, pues al aplastar mi pie contra el acelerador , las manos me empezaran a sudar, mi ritmo cardiaco se aceleró y desapareció por completo la nefasta sensación de "jetlag".
La manera en la que acelera la Cayenne E-Hybrid me hace pensar que en Porsche dieron en el clavo con lo mejor de dos mundos: la facilidad de brindar el impulso inmediato que tienen algunos autos eléctricos y la emoción que genera el escuchar el ruido provocado por un poderoso motor V8.
Más allá de la descomunal aceleración, la Porsche Cayenne es una sublime muestra de que la llegada masiva de SUVs con prestaciones deportivas no es algo que debamos reprochar sino agradecer.
A pesar de entrar a una curva a muy altas velocidades, el excelente equilibrio entre dirección, suspensión, transmisión y sistemas de distribución de peso hacen que quien la conduzca, sienta que maneja mejor de lo que en realidad lo hace.
A tan solo unos minutos de haber manejado la nueva Cayenne Coupé, me doy cuenta que estar al volante de esta SUV es una tarea fácil y divertida que erradica cualquier sentimiento de apatía física o mental.
Un par de horas después de haber manejado la versión híbrida, soy obligado a cambiar por la variante Turbo S.
Digo "obligado" porque luego de manejar la versión de mayor desempeño, cualquier otro auto podría parecer una simple avalancha. Sin embargo, el motor V8 twin-turbo de 541 caballos de fuerza no es cosa menor y veo que si bien carece de la aceleración súbita de la híbrida, de ninguna manera le falta potencia para disparar constantes descargas de adrenalina.
El resto de las virtudes de manejo se mantiene y una de las ventajas sobre la versión E-Hybrid es que aún en el tráfico pesado, es posible escuchar el ronrroneo del fascinante bloque V8.
Su llegada a México se realizará en los últimos días de octubre y el aumento de precio contra la versión que ya se comercializa será ligero pero importante.
Esta será superior a los dos millones de pesos como precio de referencia, pues la posibilidad de enriquecer su equipamiento es casi interminable.
Sin embargo, luego de haberla conducido a lo largo de un par de días (en sus dos versiones), puedo asegurar que no hay una SUV en la actualidad que se maneje de mejor manera que la Cayenne Coupé.