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La Cartagena mágica que inspiró a García Márquez recibe sus cenizas
Cuando Gabriel García Márquez llega a Cartagena de Indias en abril de 1948, la magia de la antigua ciudad colonial lo cautiva enseguida. "Me bastó con dar un paso dentro de la muralla para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer", rememoraría el premio Nobel colombiano medio siglo después en su autobiografía "Vivir para contarla".
No es de extrañar, pues a sus 21 años el incipiente escritor venía huyendo del "Bogotazo", como se conocen las sangrientas protestas que siguieron al asesinato del candidato liberal a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de ese año. Casi siete décadas después de aquello, Cartagena y García Márquez vuelven a estar unidos: Las cenizas del autor, fallecido en Ciudad de México en 2014, reposarán desde este domingo en la ciudad caribeña.
En 1948, García Márquez llega a Cartagena con lo puesto, ya que la pensión en la que vivía en la capital fue pasto de las llamas durante los desordenes. En el incendio, el joven estudiante de Derecho que era por ese entonces pierde su máquina de escribir y algunos cuentos inéditos que él, no obstante, luego tacha de impublicables.
Así las cosas, aquella Cartagena de adoquinadas calles, antiguos palacetes, plazoletas, algarabía caribeña y "mamadera de gallo" (chanza) transporta a García Márquez a un mundo totalmente distinto al ambiente de violencia política de la lejana Bogotá. Esto tampoco lo cambia el hecho de que su primera noche cartagenera la pasara en el calabozo, tras ser sorprendido en un banco del parque de Bolívar durante un toque de queda del que él no se había enterado. Total, llevaba menos de cuatro pesos en el bolsillo. "Fue una noche histórica para mí", resume en sus memorias.
Aunque García Márquez apenas vive en Cartagena durante unos 20 meses antes de trasladarse a Barranquilla, la ciudad marcaría su vida y obra para siempre. No es por ello casual que su familia decidiera que debía ser ésta la última morada del autor. El domingo, su viuda, Mercedes Barcha, y sus hijos, Gonzalo y Rodrigo, depositarán la urna con las cenizas del Nobel en el antiguo claustro de La Merced.
El edifico del siglo XVII hoy alberga el departamento de posgrados de la Universidad de Cartagena, donde en su día García Márquez continuó sus estudios de derecho, no por convicción sino por el deseo de su padre de tener un abogado en la familia. Jamás terminó la carrera.
La ceremonia estaba inicialmente prevista para finales de 2015. "Pero durante los trabajos de acondicionamiento encontraron un antiguo aljibe de la época colonial y se decidió incorporarlo al memorial", explica una empleada de la universidad mientras señala hacia la cisterna parcialmente descubierta en el centro del patio. Allí, un pedestal de mármol al que se accede por unas rampas de cristal acogerá las cenizas del escritor, inmortalizado con un busto de bronce de la escultora británica Kate Murray.
A apenas unos 500 metros de allí, en la calle del Curato de Santo Toribio, se encuentra la casa que el autor de "Cien años de soledad" se hizo construir en Cartagena. Desde sus ventanales, protegidos de las vistas de los curiosos por un alto muro rojizo y palmeras, se ven la antigua muralla y el mar Caribe. Aunque el escritor residió durante décadas en Ciudad de México, pasaba algunas temporadas en Cartagena, donde además están enterrados sus padres. Es también allí donde crea en 1995 la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), en la que trabaja su hermano Jaime.
"La Heroica", como se conoce a esta ciudad que luchó contra piratas, primero, y contra los colonos españoles, después, inspiró varias de las obras más importantes de García Márquez. Sus calles, hoy patrimonio de la humanidad, son el escenario de la tormentosa historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza en "El amor en los tiempos del cólera" y reciben al victorioso Simón Bolívar en "El general en su laberinto".
En el mercado de Cartagena es donde Sierva María de Todos los Ángeles es mordida por un perro con rabia en "Del amor y otros demonios". "Gabo" también escribió en Cartagena gran parte de su primera novela, "La hojarasca", según Dasso Saldívar, uno de sus biógrafos.
Para el editor y profesor de literatura Conrado Zuluaga, "Cartagena es un punto claro de inflexión en la obra de García Márquez", no sólo desde el punto de vista literario, sino también periodístico, ya que es en el diario local "El Universal" donde realmente despega su carrera como reportero. "Y siempre hay una especie de remanente en el fondo de su obra que tiene algo que ver con Cartagena", señaló Zuluaga al periódico "El Tiempo".
En opinión de Saldívar, la importancia de la ciudad colonial radica en que fue allí donde "Gabo" recuperó sus raíces caribeñas. En Cartagena, escribe el biógrafo, "a la vez que nace el periodista nace el escritor de verdad". Según Saldívar, ya en aquel entonces García Márquez trabaja en una novela llamada "La casa", que decide dejar de lado unos años después al considerarla "un paquete demasiado grande" para su poca experiencia. De aquél libro surgiría dos décadas después un título que inmortalizaría a "Gabo": "Cien años de soledad".