La caída del populismo en Latinoamérica

Usted está aquí

La caída del populismo en Latinoamérica

No nos engañemos. En América Latina o en Coahuila gobiernan políticos populistas sin una agenda razonable, por el fracaso de quienes hicieron muy mal el bien, tan mal lo hicieron que terminaron resultando igual de malos o peores que los malos gobiernos.

El ciudadano permite el populismo, equivalente a mal gobierno, por dos razones:

1. Su situación es tan buena que no le interesa la cosa pública, se abstiene de participar o se preocupa por detalles superfluos, nada que ver con el empleo, la seguridad o la educación. Esta actitud es frecuente en los países desarrollados.
2. La democracia no ha dado los resultados esperados, los demócratas no han cumplido sus promesas y abonan así el terreno para el mensaje falaz pero convincente de quien promete todo sin decir cómo cumplirá.

Así llegaron: Chávez en Venezuela tras el desplome del bipartidismo de AD y COPEI; o en Argentina los esposos Kirchner, tras el desplome económico con De la Rúa y los subsecuentes Presidentes que nada pudieron hacer para controlar el desaseo que ellos mismos provocaron.

Al tocar fondo, el ciudadano ya tenía muy poco que perder. Fueron actos de desesperación. Pero el tiempo siempre pone las cosas en orden y se impone la razón, el sentido común. A los venezolanos se les apareció la peor pesadilla: Un populista que les vendió una medicina milagrosa para el desastre dejado por la oligarquía. El remedio resultó peor que la enfermedad. La economía y la vida social venezolana están en una crisis tan grave, que la oposición por fin ganó la Asamblea Nacional por un amplísimo margen, con mayoría calificada, cuando apenas unos años atrás el Chavismo había ganado de nueva cuenta la Presidencia de la República Bolivariana.

En Argentina se acabó la era Kirchner. ¡Por fin! Pero no significó el retorno de alguna de las corrientes del Justicialismo o Peronismo, mucho menos de los Radicales de Alfonsín. En la tierra el Papa Francisco, el cambio fue para un empresario liberal.

El común denominador de estos casos consiste en el fracaso del sistema democrático, no porque la democracia no funcione, es lo menos peor que tenemos; sino porque quienes la instrumentan son incapaces, ineptos o corruptos que abrieron el paso al populismo. A ese fracaso sigue la medicina milagrosa que resulta peor que la enfermedad, tras la debacle, suele retornar la razón, el ciudadano busca formas alternas de organización, alejadas de los vicios del pasado. Los vicios de la oligarquía vestida de partidocracia (Oligarquía: El Poder de unos cuantos para su propio beneficio).   

En México ya existe el villano: El que hizo mal el bien, el que piloteó mal la democracia. Una partidocracia que, pudiendo construir un estado democrático, al no resistir la tentación de la corrupción, optó por la oligarquía. El riesgo de caer en la salida fácil está más presente que nunca antes. Aunque la oportunidad para los líderes sensatos también existe.

En Coahuila, el sistema PRI está agotado, tanto en su versión de priísmo tradicional como en su versión populista. Lo malo es que los ciudadanos no vemos alternativas, aunque esperamos que existan. Sabemos que esa alternativa no está en los partidos de oposición,  están corrompidos hasta el tuétano. Nos queda el ciudadano.

Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez