La burocracia, según la Ley de Jefferson
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La burocracia, según la Ley de Jefferson
Thomas Jefferson dijo: “Pienso que tenemos más maquinaria gubernamental de la que es necesario, muchos parásitos viviendo del trabajo de los laboriosos”.
A diferencia de las empresas, las dependencias gubernamentales rara vez cierran. Al contrario, se crean nuevas dependencias.
La ley de Parkinson se basa en tres afirmaciones: 1) Una persona con un trabajo qué realizar usará todo el tiempo disponible para terminarlo. 2) Los empleados siempre prefieren tener a un subordinado antes que un rival. 3) Los empleados crean trabajo para más empleados.
Estas tres afirmaciones explican la tendencia natural a aumentar el número de miembros de la burocracia. De manera intuitiva, el racionamiento es que la autoridad pública contrata personal para las tareas que pretende encargarles.
Por lógica, aumentar el número de empleados debía corresponder a un aumento en el alcance de la intervención del poder público. La ley de Parkinson está en contra de esta idea.
De acuerdo con Parkinson, el aumento del número de seguidores públicos es del 5.7% cada año, sin considerar la cantidad de trabajo que se le da a cada funcionario. Parkinson dice que entre más tiempo tiene una persona para llevar a cabo una tarea, más tiempo le tomará realizarla.
Si una persona no tiene nada que hacer, una simple tarea le puede llevar todo el día, esa simple tarea le tomará menos de media hora a una persona muy ocupad, por lo tanto, no existe una correlación entre la cantidad de trabajo requerido y las personas que se eligen para llevarlo a cabo.
Un corolario de esta ley consiste en que, el gasto se expande en la misma proporción que el ingreso. Si un Gobierno, empresa o persona gana más, gastará más, esto se acentúa cuando se trata del gobierno, puesto que no es dinero propio.
Si un servidor público cree que tiene mucho trabajo que hacer, tiene tres opciones: Dejar su puesto, solicitar que se contrate más personal o pedirle a un subordinado que lo haga.
La burocracia tiende a poseer muchas reglas y estructuras, pero no tiene mucha motivación para terminar los trabajos rápido.
Entre más se tarde un proyecto y más gente se involucre, más crece la organización, hay empleados que pueden trabajar duro y administrar su tiempo de la forma más eficiente posible, pero mientras sus superiores no vean alguna ventaja en que los servicios sean rápidos o que el ciudadano esté satisfecho, el trabajo inútil seguirá creciendo.
Venezuela es el caso más grave de crecimiento de la burocracia: Un millón de personas empleadas en el sector público haciendo trabajos inútiles, desde 24 pilotos para cada avión de una aerolínea estatal, hasta 4 porteros encargados de abrir una sola puerta.
Dice Parkinson Northcote que la burocracia genera más burócratas: el aumento de personal conlleva más procedimientos burocráticos, que luego justifican la decisión de contratar más gente si el empleado tiene mucho trabajo.
A pesar de los esfuerzos recientes para que la forma de medir el desempeño en los burócratas sea similar a la de las empresas. Aún es muy difícil evaluarlos en aspectos como qué tan eficientes han sido o que tan bien han utilizado sus recursos.
Por lo general, a los burócratas no les interesa alcanzar objetivos que se ha propuesto su organización, para ellos es mejor, desde su punto de vista, aparentar que están haciendo lo mejor y asegurar que no son responsables de los fracasos en alcanzar esas metas.
La burocracia no premia el esfuerzo, en ocasiones hasta lo castiga, por ejemplo, si aumenta la demanda de pasaportes en una oficina, la burocracia resuelve el problema evitando que entren más personas en la oficina o dando citas u prolongando los tiempos de entrega. Si entran más llamadas telefónicas para atender al público, lo solucionan no contestando o te dejan esperando mientras escuchas una música adormecedora. Esto lo hacen para aparentar que están haciendo su mejor esfuerzo. El reto es revertir la ley de Parkinson.