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La buena decisión de Trump que minaron los republicanos
Por: PAUL KRUGMAN
En su mayor parte, Estados Unidos, liderado por Donald Trump, ha dado una lección objetiva de cómo no manejar una pandemia. El retraso y la negación nos privaron de cualquier posibilidad de contener la propagación temprana del coronavirus; la impaciencia y la negación posteriores condujeron a una enorme segunda ola de infecciones.
Como señalé en una columna anterior, la gran mayoría de las muertes por COVID-19 en Estados Unidos han sucedido desde el 17 de abril, el día en que Trump tuiteó su apoyo a los manifestantes que exigían que los estados pusieran fin a las restricciones de las actividades de alto riesgo.
Además, en Estados Unidos, como caso extraordinario entre las naciones avanzadas, las precauciones de sentido común como el uso de cubrebocas y evitar reuniones multitudinarias en interiores, se han convertido en motivos de disputa en una guerra cultural.
Sin embargo, en un área, la política económica, Estados Unidos hizo un trabajo sorprendentemente bueno, al contener las penurias y los daños colaterales de la pandemia de manera mucho más eficaz de lo que esperaban los escépticos, incluido el que escribe.
Es cierto que el empleo y el producto interno bruto se desplomaron, lo que era inevitable dada la necesidad de suspender actividades que estaban propagando el virus. No obstante, la disminución del empleo se concentró en sectores como el ocio y el entretenimiento; no se extendió a la economía en su totalidad. Y a pesar de las enormes pérdidas salariales, la pobreza no se disparó; algunos cálculos sugieren que incluso puede haber disminuido ligeramente.
Pero fíjense en el uso del pretérito. Puede que la Convención Nacional Republicana haya fingido que la pandemia terminó, pero el virus no está de acuerdo. Por otra parte, esa respuesta económica efectiva, se acabó. Podría decirse que Trump hizo algo bueno este año, pero ya dejó de hacerlo.
Y el propio partido de Trump, en respuesta a su liderazgo o a la falta del mismo, fue el que acabó con el único aspecto loable de su política sobre el coronavirus.
¿Qué fue lo inesperadamente bueno de la respuesta de Estados Unidos? La Reserva Federal ayudó a evitar un colapso financiero, pero esa no fue una sorpresa: la Reserva Federal es una institución altamente competente y recuerda las lecciones de la última crisis económica.
Por otra parte, “competente” no es una palabra que venga a la mente cuando se piensa en los funcionarios de Trump y durante décadas, la creencia republicana de que los recortes de impuestos para los ricos resuelven todos los problemas no se ha puesto en duda.
Sin embargo, a fines de marzo el Congreso aprobó, y Trump firmó, la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por coronavirus (CARES, por su sigla en inglés), un enorme proyecto de ley de gastos que en aspectos importantes era justo lo que Estados Unidos necesitaba.
Ahora bien, esa legislación fue un proyecto de ley de “árbol de Navidad”, en el que casi todos reciben algo. Las pequeñas empresas obtuvieron préstamos que podían convertir en subvenciones si utilizaban el dinero para mantener las nóminas. Las grandes empresas también obtuvieron préstamos. La mayoría de los adultos recibieron cheques de estímulo, por lo general de 1200 dólares, con la esperanza de que gastaran el dinero y así apoyaran la demanda del consumidor.
No obstante, el elemento realmente crucial de la Ley CARES fue la asistencia extendida a los desempleados. El beneficio se amplió para personas que hacen trabajos esporádicos que antes se habían quedado sin ayuda y todos los que recibieron la prestación obtuvieron 600 dólares adicionales a la semana.
Esta expansión de asistencia a los desempleados tuvo una doble función: alivió las dificultades, lo cual les permitió a los trabajadores despedidos seguir pagando el alquiler y poniendo comida en la mesa, y también apoyó el gasto general de manera mucho más eficaz que esos cheques de estímulo, que en su mayoría tal vez se destinaron a ahorros.
¿Quién merece el crédito por esta muy buena política? Un artículo reciente de The New York Times señala al secretario del Tesoro Steven Mnuchin como el “arquitecto” de la Ley CARES y al proyecto de ley como una “victoria” para Trump. Sin embargo, en realidad, las disposiciones cruciales de desempleo fueron ideadas en gran parte por el senador demócrata de Oregon Ron Wyden y lo más que se puede decir de Mnuchin y Trump es que no rechazaron las demandas de los demócratas de incluir estas disposiciones.
Eso es algo, supongo.
No obstante, los republicanos odiaron ese suplemento de 600 dólares, e insistieron, sin tener pruebas, en que desalentaba a los trabajadores de aceptar empleos. Trump pareció estar de acuerdo y, tal vez animado por el aumento de las acciones, alentó a los republicanos del Senado a tomar una postura de línea dura cuando expiraron las disposiciones clave de la Ley CARES. Y como los republicanos se negaron a extender la ayuda para la crisis o a hacer una contraoferta de buena fe, el suplemento expiró hace un mes, a pesar de que todavía tenemos 13 millones de empleos menos que en febrero.
Y no, para algunos trabajadores, 300 dólares por unas semanas no son suficientes.
Puede que pase algún tiempo antes de que veamos los efectos completos de este abandono a los trabajadores estadounidenses, pero con mucha seguridad veremos un crecimiento más lento, una oleada de desalojos y, en general, el tipo de sufrimiento masivo que conseguimos evitar en la primera ronda de la crisis de COVID-19.
Así que, en retrospectiva, la única característica loable de la política estadounidense en este año pandémico parece haber sido un accidente afortunado. En marzo, la economía y los mercados se estaban desmoronando. Los demócratas tuvieron algunas buenas ideas sobre qué hacer, mientras que los republicanos no tuvieron ninguna. Y un Trump asustado se dejó llevar por una buena iniciativa.
Si hubiéramos controlado el COVID-19, para poder reabrir con seguridad más segmentos de la economía, ese momento de sentido común accidental podría haber sido suficiente. Pero no lo hicimos y no lo fue. Trump hizo algo bueno en respuesta a la pandemia y luego él y su partido acabaron con eso.