La brecha económica de género

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La brecha económica de género

Ningún país ha cerrado en su totalidad la brecha de género. De acuerdo con el Informe Global de la Brecha de Género 2015 elaborado por el Foro Económico Mundial, la brecha entre hombres y mujeres se ha cerrado un 4% en los últimos 10 años. La brecha económica de género tan sólo 3%. Esto significa que a este paso se necesitarían 118 años para cerrarla por completo.

En específico, la brecha económica de género mide la participación de las mujeres en la fuerza laboral, la presencia de mujeres en puestos de liderazgo, la igualdad salarial por el mismo trabajo realizado, y la cantidad de trabajadoras técnicas y profesionistas. En el área de Participación y Oportunidad Económicas, México ocupa el lugar 126 en el ranking mundial. La brecha económica de género solamente se ha cerrado en un 55%.

En estos tiempos, ya no es suficiente con que las mujeres participen más en las actividades económicas, deben también tener cargos directivos y estratégicos. Sin embargo, los puestos de liderazgo son ocupados en su mayoría por hombres. Los datos son indignantes. En promedio, las empresas en los países de la OCDE apenas alcanzan 10% de mujeres en consejos de administración y de las 100 empresas más grandes de América Latina, sólo 3% tiene mujeres en puestos ejecutivos.

En México, por cada dólar percibido por los hombres, las mujeres ingresan 54 centavos. Parte de la brecha salarial puede explicarse por las decisiones educativas, laborales y personales. En la actualidad, aunque las mujeres incursionan cada vez más en profesiones tradicionalmente consideradas exclusivas para hombres, la mayoría continua en sectores como la educación y las humanidades, actividades menos valoradas en el mercado de trabajo. Asimismo, es más probable que una mujer rechace puestos de alta responsabilidad o incluso deje de trabajar por sentirse obligada a atender las labores domésticas.

Combatir la brecha económica de género implica no sólo promover la integración de las mujeres en el mercado laboral, sino romper el techo de hierro que les impide acceder a puestos de liderazgo y ganar igual que los hombres por el mismo trabajo realizado. En este sentido, también se debe incentivar la participación de las mujeres en sectores en los que están sub-representadas, como la ciencia y la tecnología. Por otro lado, es necesario implementar políticas públicas y prácticas corporativas con perspectiva de género. En el sector privado no tenemos que esperar a que ninguna ley cambie para efectuar medidas que apoyen el desarrollo profesional de las mujeres y fomenten la igualdad.

La reducción de esta brecha impulsa el empoderamiento económico. Esto permite incidir en distintas esferas y responder a otras problemáticas que enfrentan las mujeres. La independencia financiera contribuye en la reducción de la pobreza, en la disminución de la violencia y detona el potencial de las mujeres como agentes de cambio social. Por estas razones, tanto en mis proyectos empresariales como en mis esfuerzos filantrópicos y de inversión social, el empoderamiento económico de las mujeres es uno de los objetivos principales.

Me parece que 118 años es demasiado tiempo. A mí no me sirve, a ustedes no les sirve y a mis hijas tampoco. Es más, ni siquiera a mis nietas. La buena noticia es que está en nuestras manos acelerar este proceso. Eliminar por completo la brecha económica de género depende de las acciones que realicemos hoy. El cambio no está por venir. El cambio ya está aquí. El cambio somos todos nosotros