Panaderos tradicionales ponen en duda la calidad del Pan de Muerto exhibido desde el mes de septiembre en los supermercados.

Exhibidores de grandes centros comerciales comenzaron a colocar Pan de Muerto en sus entradas desde hace casi dos meses, rompiendo con la tradición de venta, ya que este postre se acostumbra disfrutar a finales de octubre y principios de noviembre.

De acuerdo con la gerente de la panadería de una tienda comercial ubicada sobre Paseo de la Reforma, la cadena les envía un calendario con el plan a seguir para cada año, es de esta forma en la que saben desde cuándo deben cocinar algunos productos y ofrecerlos al público.

Es justo esta estrategia la que fue criticada por Édgar Guzmán Cabello, administrador de la Panadería El Radio, ubicada en la calle de Múzquiz en el corazón de la ciudad.

“Ya le quitaron la tradición de ir el mismo día a comprar el pan y sentarse para comer”, comentó Édgar, refiriéndose a la mercadotecnia de las grandes tiendas.

Según la tradición de una de las panaderías más antiguas de la ciudad, fundada en 1920, el pan de muerto se pone a la venta los últimos días de octubre, el 1 y 2 de noviembre.

Desde 3 años atrás la venta de Pan de Muerto bajó, pasaron de preparar 600 piezas para la temporada hasta 350, el motivo es que más gente lo consume desde antes, incluso desde septiembre.

El proceso utilizado en su panadería es largo, depende de la fermentación de la masa, además de agregar jugo de naranja, mantequilla y huevo; pero hay vendedores de harina que han tocado a su puerta ofreciendo una alternativa más sencilla.

“En un bulto de harina traen el sabor de naranja, mantequilla, huevo… Es puro cáncer con todo los químicos que le echan nada más para transformar todo en polvo”, señaló Édgar. Al bulto de harina ofertado únicamente se le echa agua y queda lista para hornearse.

Procesos dudosos
Trabajadores de la panadería que también han colaborado en supermercados han compartido la inquietud de la calidad en la producción de su pan. Tal es el caso de la Rosca de Reyes, de la cual de acuerdo con sus testimonios, han sido testigos que desde el mes de noviembre comienzan a congelarlas para ponerlas en venta en un futuro próximo.

Esta versión fue confirmada por la coordinadora del área de alimentos en el supermercado, al mencionar que desde mucho tiempo antes comienzan a recibir Roscas de Reyes por parte de sus distribuidores.

Señalamiento
Don Jesús Carlos Mena Suárez, encargado de la panadería Mena ubicada sobre Francisco I. Madero, también cuestionó los procesos llevados a cabo en tiendas comerciales para manejar sus productos.

“No es de hacer cantidades industriales, es con mucho cuidado porque la va comer mucha gente”, recalcó don Jesús al asegurar haber sido el primero en traer Calaveritas de Azúcar y Rosca de Reyes por primera vez a la ciudad en los años 50.

Pan Mena cuenta con un pan de muerto tradicional de casa, producido desde 1925 y comercializado en la década de los 50, según recordó don Jesús; su venta ha disminuido con el paso de los años, la constante de preparar 500 panes cayó el año pasado a una producción de 300.

El Pan de Muerto Mena tiene forma de una persona cruzada de brazos, además de ser salado y con el toque de pulque distintivo de casa; se vende únicamente durante el 1 y el 2 de noviembre.

Don Jesús recomienda degustar este pan con frijoles o acompañarlo con queso debido a que puede servir para cualquier platillo a la hora de comer.

Al ser cuestionado sobre la producción de Pan de Muerto en cadenas comerciales, don Jesús Mena recalcó: “No se sabe qué trae porque es harina preparada.. le han de inyectar algún químico para que levante tanto”, dijo.

Tanto Édgar Guzmán como don Jesús fueron cuestionados acerca de las dos tradiciones de pan en la ciudad, concluyendo ambas partes en que es la Rosca de Reyes la que mejor se vende entre estas dos delicias. A pesar de que don Jesús ha dejado de comercializarla desde hace 20 años, aseguró con orgullo que fue él la persona encargada de traer esta tradición desde una panadería de la Ciudad de México, con la finalidad de satisfacer a la creciente población de defeños en los años 50.