La apuesta de Santos

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La apuesta de Santos

Santos cumplió el primer objetivo que se ha trazado en el torneo. Era un hecho que la clasificación iba a caer en cualquier momento, pero su apuesta supone ser más compleja.

Siboldi sabe que tiene equipo para disputarle el premio mayor a cualquiera. Posee jugadores generosos y de buen pie que interpretan el sentido futbolístico que pretende el entrenador.

Pero no sólo es eso. Santos tiene al goleador del torneo y es una bendición para los laguneros. Djaniny Tavares volvió a jugar y regresó al gol. Lleva 13 anotaciones, la mayor cifra desde que llegó de la mano de Pedro Caixinha por allá en 2014.

Tavares no ha cambiado la forma de jugar. Lo que cambió fue el contexto. Ya no cae todo el peso del ataque en su persona. Hoy está Furch como válvula de escape para la presión que antes tenía el africano.

El ataque de Santos tampoco se resume a lo que puedan hacer sólo los principales definidores. Jonathan Rodríguez ha tenido una mejor segunda parte de torneo y es otra de las opciones para llegar al gol con frecuencia.

A estos tres exponentes se le suma un batallón de jugadores que sacrifican su físico y exprimen su capacidad técnica para sostener el empaque.

Vázquez es uno de los pocos contenciones que interpreta la jugada antes de que el rival la ejecute. La intuición del Gallo se combina con la visión de Osvaldo Martínez, un jugar de exquisita pegada capaz de poner a un compañero de cara al gol. Furch, Tavares y Rodríguez están agradecidos con el uruguayo.

Pero también con Isijara, un volante que auxilia a todos y es la espalda segura para el movimiento desprejuiciado de los delanteros.

En la transición ofensiva, Santos se “desordena” de manera rápida. Combina pases cortos y largos, incluso, pelotazos para encontrar el mejor atajo hacia el gol. Tiene mucha intensidad, pero mucho respeto por el balón.

Santos ha ido madurando a lo largo del torneo y es uno de los equipos más regulares. Ya ha dejado de ser impredecible y poco confiable en defensa. Al menos, tiene mayores seguridades, sobre todo por el buen momento de Orozco.

Lo que no se sabe aún es si Santos está en condiciones de seguir en la misma línea de cara a la Liguilla. Se ha quitado una presión, pero tiene encima otra, quizás la más fuerte y más crítica. Un punto a favor es su estado de gracia y la fertilidad de sus atacantes. En contra tiene la siempre incómoda apuesta de saber y poder mantenerse.