La amenaza
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La amenaza
En el trabajo y los negocios no hay equidad, haga un ejercicio mental y verá que conoce a pocas mujeres que participen como directoras o dueñas de grandes o medianas empresas. Lo confirma la OCDE que asegura las mujeres ocupan el 31 por ciento de los puestos de alta dirección en México, y solo el 2 por ciento de ellas son empresarias en comparación con el 6 por ciento de los hombres. Además, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, ganan menos que los hombres, aunque desempeñen la misma posición, brecha salarial que se sitúa entre 15 y 20 por ciento en promedio.
En la política y el sector público la desigualdad persiste. Y es que a pesar de que por decreto, desde el 2015 en el Congreso Federal y el Estatal tienen un 50 por ciento de diputadas, esto aún no sucede en el Poder Ejecutivo. De 32 estados, solo Sonora tiene gobernadora y de 2 mil 445 municipios que hay en México, gobiernan 236, menos del 9 por ciento. En Coahuila, de 38 municipios, solo gobiernan en uno. En la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocupan dos de 11 asientos, y en el Tribunal Superior de Justicia de Coahuila, tres de 11 magistrados son mujeres.
De su participación en el catolicismo, la principal religión en México, podríamos resumir que se les trata como seres humanos de segunda, como personas inferiores. Esto se remonta a milenios, desde aquel mandamiento de la “Ley de Dios” que dice: “No desearás la mujer de tu prójimo”, o el libro del Génesis, con aquello de que “De la costilla que Jehová tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Así que de acuerdo con la Biblia, Eva, la primera mujer, surgió del hombre. Por cierto, gracias al “sagrado” derecho canónico del catolicismo, las mujeres no pueden oficiar misa ni tener puestos directivos.
En lo que sí nos ganan es en la pobreza. Eso lo advierte el estudio “Pobreza y Género”, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, que asegura que la pobreza agudiza la desigualdad de género en México, un país en donde al año 2012, el 24.3 por ciento de los hogares encabezados por ellas presentaron carencias alimentarias, contra el 20.5 por ciento de los hogares a cargo de hombres.
Claro que a pesar de estas iniquidades laborales, religiosas, políticas y sociales, a los hombres nos parece insuficiente, y como el país misógino que somos, también las violentamos. Así que si usted es mujer y está leyendo esto, tiene una probabilidad del 50 por ciento de sufrir o haber sufrido violencia física o sexual en su vida. Y si usted es hombre y también lee esto, su madre, hermana, esposa, hija, sobrina o amiga tienen las mismas posibilidades.
Lo confirma la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares, que afirma que el 46 por ciento de las mujeres mayores de 15 años han sufrido agresiones de su pareja; el 29 por ciento agresiones físicas y 16 por ciento de violencia sexual. Un País en donde en el año 2014, 1.2 millones de mujeres enfrentaron violencia muy grave o extrema que puso su vida en riesgo.
Así que las “políticas públicas transversales” y de “empoderamiento” o las leyes y la burocracia creada en forma exprofesa para prevenir y combatir esta violencia, sirve de poco o nada a la hora de detenerla. La realidad se impone cuando uno se entera todos los días, de crímenes, golpes y abusos, por lo que vaya guardando sus moños naranjas ya que sirven de poco o nada.
Es la guerra de los sexos, el conflicto más antiguo y de mayor duración en la historia de la humanidad, una disputa que lleva alrededor de 200 mil años y que inició desde la aparición de los primeros seres humanos. (Por cierto, la propia definición de homo sapiens tiene una gran carga sexista, ya que significa “hombre”, aunque los homo sapiens también son mujeres).
Así que en medio de esta misoginia, de toda la inequidad, de estereotipos, acoso, violencia, autoritarismo y desigualdad, por favor no me salga con sus “lugares comunes” de que luchemos “Por un México sin desigualdad”, y tampoco me diga que hoy se celebra “El Día internacional de la Mujer”, cuando sabemos que lo largo de la historia, la principal amenaza de los hombres han sido las guerras y las enfermedades cardiovasculares y para las mujeres, ¿cuál cree usted que sea su mayor amenaza? Exacto, los hombres.
@marcosduran