La alternancia

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La alternancia

El marido le dijo a su mujer: “Hoy me quedaré a trabajar hasta tarde en la oficina. No me esperes antes de la medianoche”. Respondió la señora: “¿De veras puedo contar con eso?”… Un hombre agonizaba de sed en el desierto. Se arrastraba en la arena bajo el candente sol al tiempo que repetía una y otra vez con desesperación: “¡Perrier! ¡Perrier!”. (Era hombre acomodado). En eso vio venir a un beduino en su camello. “¡Estoy salvado!” –pensó. Llegó el beduino y le dijo: “Vendo corbatas”. Clamó el viajero: “¡Dame agua, por piedad! ¡Estoy a punto de morir de sed!”. “Vendo corbatas” –repitió, estólido, el hombre del camello. “¡No necesito una corbata! –gimió el otro–. ¡Quiero agua!”. Volvió a decir con voz monótona el beduino: “Cómpreme una corbata”. “¡Por favor, dame agua!” –suplicó el agonizante. “Ah, agua –dijo entonces el hombre del desierto–. Tengo agua en mi tienda de campaña. Está aquí cerca. Si quiere lo llevo”. “¡Sí, llévame! –se alegró el viajero–. ¡Gracias, gracias!”. Le dijo el beduino: “Pero para entrar se necesita corbata”… Doña Macalota llegó a su casa antes de lo esperado y encontró a su coscolino esposo, don Chinguetas, besando prolijamente –incluso en los labios– a la linda criadita de la casa. “¡Verriondoinfamecanallabarbaján! –le gritó doña Macalota, airada, en un solo golpe de voz. “¿Qué oigo? –exclamó don Chinguetas alzando los brazos al cielo en un gesto de asombro que habría envidiado el mismo Talma, príncipe de los actores–. ¿Qué no estaba contigo, esposa mía? ¿Quién es entonces la mujer que disfrutaba mis caricias? ¡Ah, te digo que ya estoy necesitando lentes!”… La alternancia, ese valioso don del ejercicio democrático, es una de las mejores formas de acabar con los males de la corrupción y la impunidad. Chihuahua conoció esos males, y sus ciudadanos votaron contra ellos en la reciente elección de Gobernador. Por eso salió electo Javier Corral, panista, quien inicia su gestión bajo los augurios más prometedores. Es un político talentoso, prestigiado y con experiencia. Ha librado numerosas batallas en pro de buenas causas. A los 50 años de edad tiene frente a sí la misión más importante de su vida: sacar a su Estado de la crisis económica y moral en que lo dejó la anterior administración. Posee sobradas cualidades para cumplir esa tarea con buen éxito. Siento especial afecto por Chihuahua, Estado vecino de Coahuila, el mío. Ahí tengo amigos buenos y recuerdos entrañables. Creo que gracias a la alternancia, y a la decisión de los chihuahuenses de sacudirse la corrupción y sus efectos, Chihuahua está ahora en buenas manos… Recesvindo citó en un bar a Merulano, amigo suyo de la infancia. Le dijo solemne, circunspecto y grave: “Querido Reces. O, si lo prefieres mejor, querido Vindo. Debo informarte algo que te concierne en forma directa y personal. Sé que te dolerá lo que voy a decirte, pero la amistad me obliga a hacer de tu conocimiento este penoso asunto. Has de saber que tengo un compañero de trabajo llamado Pitorraudo. Ayer me pidió que le prestara 50 mil pesos. Me dijo que los necesita para escapar de la ciudad con una mujer casada. Le dije que no podía prestarle ese dinero, pero un hábil interrogatorio me bastó para saber quién es la mujer con la que está conchabado para huir. Querido amigo: lamento decirte que esa mujer es tu esposa”. “¿Mi esposa? –repitió Merulano como si no pudiera dar crédito a lo que sus oídos acababan de escuchar–. ¡Santo Cielo!”. Sacó la chequera y rápidamente hizo un cheque por 50 mil pesos. Le pidió ansiosamente a Recesvindo: “¡Anda, amigo! ¡Por favor ve y entrégale ahora mismo este cheque al señor Pitorraudo! ¡Que la cosa no quede por dinero!”… FIN.