La alfombra roja que despliegan las instituciones financieras

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La alfombra roja que despliegan las instituciones financieras

Son muchas las lecciones que hemos recibido de la pandemia de coronavirus que azota al mundo. Se ha insistido en las nuevas formas de cuidado personal, del cuidado de la salud física y de la salud mental, y los aprendizajes en materia de educación. Países como el nuestro demostraron que nos encontrábamos a una distancia abismal con respecto a otros en materia de la educación a distancia.

En México ya había instituciones que programaban sus actividades con clases presenciales y otras a través de Internet. Incluso, desde hace algún tiempo el servicio educativo a distancia venía teniendo un gran éxito en instituciones privadas, primordialmente.

Sin embargo, la pandemia hizo notar que había un enorme hueco que a marchas forzadas hubo de llenarse el año pasado echando mano de materiales ya existentes elaborados para otros dispositivos. De manera que de la televisión se extrajeron algunos que resultaron incluso muy buenos.

Sea como sea, la educación a través de un modelo híbrido llegó ya para quedarse. Y es algo que maestros y padres de familia, autoridades educativas y gobiernos han de tomar en cuenta para el futuro nada lejano. Está a la vuelta de la esquina, considerando el mundo globalizado en que estamos inmersos.

Otro tema de interés y que ha derivado de las enseñanzas dadas en esta pandemia es el relativo al que tiene que ver con el asunto financiero. Antes que nada, algunos antecedentes. En este periodo, las instituciones bancarias redujeron su personal y cerraron, no se sabe si provisionalmente muchas de sus sucursales, con el pretexto de evitar los contagios. Las filas de usuarios son larguísimas en horas claves y existen confusiones a la entrada y salida para acceder a los servicios que se pueden realizar. (Esas largas filas, producto del cierre de las sucursales, pueden ser propicias del contagio que proclaman tratan de evitar. En fin).

Muchos usuarios han de llegar para arreglar asuntos relacionados con cuentahabientes fallecidos, en estos meses, numerosos a causa del COVID-19. La lección que deja la enfermedad en este ámbito es, por un lado, evitar la desinformación financiera. Mientras que las instituciones bancarias despliegan una alfombra roja para el posible cuentahabiente que pretende abrir una cuenta, a la hora de fallecimiento aparecen los protocolos, las letras chiquitas no debidamente explicadas, y muchas veces hasta dificultades de variada índole inimaginable y pocas veces bien explicadas por ejecutivos a cargo que no encuentran tampoco la salida ante la avalancha de familiares de los cuentahabientes fallecidos.

Si los bancos esperan de sus usuarios la inmersión completa en el navegable mundo de Internet, lo deseable es que se mejoraran también los protocolos de seguridad en ese universo. Por no desear ir al banco, los internautas se topan contra pared cuando la tecnología avasalla por, muchas veces, un simple cambio en los equipos de teléfono o de computadoras.

Pero lo ideal sigue estando en las manos de quienes son los cuentahabientes. Dedicarse uno o dos o tres días para averiguar con los bancos las letras chiquitas que una vez no explicaron debida y completamente, abusando muchas veces de la emoción que producía en sus interlocutores la ya mencionada y desplegada alfombra roja; dejar todo por escrito a los familiares e interesados. Resulta indispensable que un proceso como el que se está transitando aún a nivel mundial haga entender las enseñanzas, las debidas lecciones en aspectos relevantes de la salud, la educación y el tema financiero.

DESCUIDOS

No recuerdo que en una avenida tan transitada como el bulevar Jesús Valdés Sánchez permaneciera por semanas un poste derribado y otro más quebrado, producto de un accidente. Ambos pueden provocar un incidente más, sobre todo por las noches, pero no hay autoridad que haya dispuesto su retiro. Al momento de escribir estas líneas, se encuentran todavía y desde hace más de tres semanas, en uno de los extremos de la calle, en la esquina con Hidalgo. Muy en el perímetro del pomposamente llamado Centro Histórico, el que por cierto merece una mejor atención en jardineras y banquetas.