Juegos Olímpicos de riesgo

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Juegos Olímpicos de riesgo

Delta será un intruso espectador.

Tiene deportivamente más agilidad para el contagio. Su especialidad es aprovechar las aglomeraciones celebrativas.

Ya no busca tanto a adultos mayores protegidos sino a jóvenes imprudentes y desprevenidos.

Le encantan los eventos internacionales. De todos los rumbos vienen refuerzos virales ávidos de expansión.

Así como los deportistas de tantas naciones  vienen a enfrentar desafíos y a superar marcas con el lema de más aprisa, más alto, más fuerte. Cada integrante del inmenso equipo “COVIDELTA” llega entrenado para enfrentar a manos limpias, desinfecciones de gel alcoholizado, mascarillas, distancias interpersonales y los temibles anticuerpos frente a los cuales tienen, los virus de esta variante, las peores derrotas.

La medalla de oro que intentan conseguir los deltas no es individual sino colectiva y brillará en las cifras estadísticas. Su único deporte olímpico será ascender, por la línea estadística, hasta la cifra más alta posible de contagios, de hospitalizaciones y decesos.

Se han iniciado los Juegos Olímpicos de riesgo, con no pocas oposiciones japonesas que temen una ola, como de tsunami, en la situación pandémica.

Llegaría Japón a merecer, como nación, una medalla de oro olímpica si su cuidadoso sistema de precaución sanitaria lograra derrotar la amenaza virulenta, a pesar de la oposición, no sólo de los críticos sino, sobre todo, a pesar de la imprudencia y descuido  de muchos espectadores de todos los rumbos del planeta.

GAS INFLADO

No es oportuna la operación matemática de sumar a la pandemia la carestía de bienes básicos.

La compra de gasolina y gas no pueden inflar su costo sin afectar el bolsillo ciudadano. Una gasolina encarecida o un gas inflado hacen que el costo, transporte y cocción de alimentos ocasione gastos mayores.

Gobierno, mercado y conciencia tienen su parte para mantener un sano equilibrio, sobre todo en épocas en que se encoge la cobija y esto impide estirar los pies.

Lo que ataranta y sofoca a los peces aumenta la ganancia de los pescadores. El sentido social es esa sensibilidad que aminora ingresos propios en épocas de necesaria distribución comunitaria.

‘HACHE DOS O’ EN CHUBASCO

Uno ve los anegamientos, las inundaciones, los torrentes en el sureste, en China, en Alemania y en tantos otros países y queda la impresión de que el planeta se está duchando. De los nubarrones se precipitan los aguaceros numerosos y abundantes. Se sube el agua al cielo convertida en nube y con su socio ventarrón y el relampagueo atronador se derrama, casi a chorros, colmando ríos, llenando presas y creando corrientes devastadoras en las ciudades.

Se nutren las corrientes subterráneas y los mantos. Las perforaciones buscan a H2O como un tesoro. Llegan tiempos de sequía en vastas regiones y se recomienda ahorro porque se ve como irresponsable el despilfarro.

ACEPTAR LO NUEVO

Y respetar y conservar lo valioso intemporal. No para ponerlo en circulación intensa sino para admirar y aprender. En el organismo vivo de la comunidad de fe, la liturgia no es estática, tiene un dinamismo evolutivo.

Se rehuye igualmente el anacronismo y el compulsivo estrenar. Se recuerda, se venera, se respeta lo vivido y, al mismo tiempo, se vive con gozo el presente, lanzado al porvenir…