Jorge Fuentes Aguirre y Plácido Domingo

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Jorge Fuentes Aguirre y Plácido Domingo

En Saltillo hay personas a quienes el azar reunió con Plácido domingo, el gran barítono y tenor de origen español, quien a sus 80 años sigue activo, no obstante haber sido acusado por algunas damas por acoso y discriminación femenina, ocho décadas de una exitosa vida dedicada a la música. Plácido Domingo se ha distinguido en su relación con México por practicar la filantropía en momentos aciagos para el País. Jorge Fuentes Aguirre, prestigiado médico y reconocido columnista, narra muy sabrosamente cómo se dio un feliz encuentro entre el tenor y él, siendo niños, en una época en que el cantante visitó varias veces nuestra ciudad.

Aunque Plácido Domingo nació en Madrid, su formación musical la hizo en México, ya que sus padres emigraron a la Ciudad de México cuando él tenía siete años. Dedicado al teatro musical, el matrimonio formó una compañía de zarzuela y cada año recorrían varias ciudades del País llevando su arte a la provincia mexicana. Afortunadamente, Saltillo era una de ellas. La compañía de don Plácido Domingo y doña Josefa “Pepita” Embil, padres de Plácido, se presentaba regularmente en la sede de la Sociedad Mutualista Obreros del Progreso, un centenario edificio hoy todavía en pie, ubicado en la calle Allende al norte de la calle Pérez Treviño.

Obreros del Progreso tenía entonces en sus instalaciones un pequeño teatro o auditorio, muy solicitado por los pocos grupos teatrales que había en la ciudad, escuelas que representaban pastorelas y obritas musicales y por las compañías foráneas que traían espectáculos a Saltillo.

Ya por los años cincuenta del pasado siglo, doña Carmen Aguirre de Fuentes era reconocida como la principal promotora y directora de teatro en la ciudad. Hablando en una ocasión del teatro en Saltillo, su hijo Jorge narró con tanta pasión el encuentro con aquel niño que después sería el internacionalmente famoso cantante de ópera Plácido Domingo, que vale la pena repetir sus palabras: “Para mí fue una ocasión muy entrañable, muy entrañable, la primera vez que mi mamá me llevó, de la mano prácticamente, a ver una opereta. Ella no era muy afecta a este género, no lo cultivaba, pero obraba la circunstancia de que era muy amiga de doña Pepita Embil, y a su llegada, mi mamá iba siempre a saludarla. Recuerdo que llegamos al teatro y estaban todavía los ensayos. Mi mamá me dijo: ‘Tú te quedas ahí sentado’. Al rato, llegó un muchachito al que doña Pepita le dijo: ‘Tú te quedas ahí sentado, y no me vayas a andar corriendo’. Y estábamos los dos ahí sentados, como niños muy obedientes. No sabía yo entonces, pero era Plácido Domingo el compañero que estaba sentado a mi lado. Esa noche, doña Pepita presentó una opereta, “La Viuda Alegre”, preciosa, preciosa, me gustó muchísimo; y al día siguiente yo le pedí a mi mamá ir de nuevo y escuchamos “La Gran Vía”. Allí actuó su esposo también, don Plácido.

En la grabación, la voz de Jorge dejó también otros recuerdos del teatro Obreros del Progreso: “Al año siguiente, mi mamá presentó en ese teatro una ópera que se llamaba “El Mártir del Calvario”, con tan mala fortuna, que Jesús se cayó de la cruz, porque quiero suponer que la escenografía no estaba del todo bien montada, y en algún momento la cruz amenazó con venirse hacia abajo en el escenario. Lógicamente fue detenida por los actores. Uno de ellos, de muy grata memoria para muchos de los que estamos aquí, Luis Mier, actuaba ahí, Eduardo Arizpe también. Entonces, este teatro, el Teatro Obreros del Progreso, para mí significó la primera vez que yo fui a una función de teatro”.

El viejo auditorio de Obreros del Progreso debió guardar muchas anécdotas para la historia del teatro en Saltillo. Al declinar las agrupaciones de fomento mutuo, esa asociación mutualista transformó ese espacio en un salón para fiestas y un cuadrilátero de lucha libre y box, con los que ha subsistido hasta hoy. Quede aquí el recuerdo de Jorge Fuentes Aguirre.